Opinión

Escribanías-Reinvención de medios

Por Rubén Carrillo Ruiz

Las siguientes palabras las escribí hace un quinquenio. Las actualizo, pero no modificaré la esencialidad de su contenido, preocupante porque la calidad de los medios locales parece inmutable: persisten en la obsolescencia, lo caduco: meros repetidores de consignas desde el poder público y no intermediarios de la realidad ciudadana.

Más aún cuando hay una marabunta de crisis acumuladas. Por eso tengo varios extrañamientos. Colima es marca actual de varios déficits (según actualización reciente de su plural). Corrupción, deuda, inseguridad. El trasvase de esa realidad pasó por los medios de comunicación. Preguntas básicas, sobre todo ahora que releo a Platón en la traducción más vigente, la de Juan David García Bacca, filósofo tan español como venezolano y universal: ¿fue correcta la cobertura de la prensa local durante las administraciones de Silverio Cavazos, Mario Anguiano e Ignacio Peralta? ¿Cómo se diferenció esa percepción, en su caso, entre la enunciación y la opinión editorial? Mis cuestionamientos son triples: como periodista, como teórico de medios y ciudadano.

En este planteamiento surgirán otras inquisiciones. Y las asumo. Aquí radica una parte de mi interpelación: poner, salvo concesiones inherentes al debate argumentado, en camino varias falencias del periodismo colimense, necesarias para su reinvención. El periodismo colimense debe rebasar en su cobertura y opinión el limbo de las 500 palabras, suficientes para el cortejo, la obsecuencia y miopía de la pobreza intelectual comunicativa con tal universo léxico.

La prensa en todas sus vertientes, en consecuencia, puede estallar todos los géneros periodísticos sin resignarse al boletín muerto desde su nacimiento. No me gusta, en el arranque, la palabra teleología. porque nunca la pronuncio bien por su cacofonía auténtica; pero sus fines implicados nuclean mi última afirmación: los medios (colimenses o no) son responsables de sus contenidos, claro, sin embargo, también de que la ciudadanía (ahora, ya, condición plural) diferencie información, militancia y propaganda.

Si a estas alturas del milenio nuevo y una revolución en marcha, eso no se traduce en la parte neuronal de los sistemas comunicativos, todo será involución para la parte oficial, emisora de mensajes como si la humanidad y las mentalidades no hubieran sufrido crisis recurrentes. Ni moraleja, menos conclusión: la inteligencia del ciudadano tiene memoria.

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