Opinión

Territorio Femenino: Anel y la lucha de las mujeres, una reivindicación en el tiempo (parte I)

Por Ana Karen Hernández Aceves

Para mi amiga Anel Bueno, con cariño y añoranza.

Hasta hace algunos años Colima había sido una sociedad enteramente patriarcal. En la vida cotidiana y en la vida política, la normalidad era el dominio masculino. Uno de los momentos que comenzó con el viraje cultural y social fue el triunfo de Griselda Álvarez en la gubernatura. Una victoria histórica para la lucha de las mujeres en la entidad y el resto del país.

Su sólo triunfo electoral permitió la resignificación del papel de la mujer en la vida cotidiana y en el quehacer político. En su contexto personal y de tiempo, la clase política local –dominada por varones- ofreció resistencias insospechadas. La prensa registró encabezados machistas que eran repetidos en las charlas de banqueta.

¿Cómo se atrevía una mujer a abandonar las labores del hogar? ¿Cómo osaba dejar la cocina de su casa sola? ¿Acaso no tenía marido? ¿No tenía hijos que cuidar? ¿Rincones de su casa que limpiar?, eran preguntas que la sociedad machista colimense de entonces se hacía y que hoy, por fortuna, son menos frecuentes. Ojo: menos frecuentes, pero ello no quiere decir que esos usos y modos culturales hayan dejado de existir. Desafortunadamente.

La victoria de Griselda Álvarez atentó contra la moral machista de finales de los años setenta y principios de los 80 en Colima. Muchos políticos de aquella época, que se sintieron agraviados, encabezaron protestas de bajo nivel. Y digo de bajo nivel porque estaban fraguadas en el rumor, el chisme y el comentario ofensivo. No tenían el valor de alzar la voz de frente y hasta –cuentan las anécdotas- hubo quien osó colocar un mandil a la figura del Rey Colimán para protestar por la llegada de Griselda Álvarez al Gobierno Estatal.

Pero la victoria alvariana, fue un triunfo de otras grandes mujeres colimotas que le antecedieron en la vida cotidiana, cultural, social y educativa. ¿Cómo podríamos pasar por alto las labores de Rafaela Suárez, Refugio Morales o María Ahumada de Gómez? ¿u olvidar las labores políticas de Martha Dueñas González, Rosa María Centeno Arroyo o Aurora Ruvalcaba Gutiérrez?

La primera mujer electa como diputada en Colima fue Martha Dueñas González. Llegó al Congreso como candidata suplente y no pudo asumir la curul. De ahí saltó a la presidencia municipal de Villa de Álvarez, luego de ofrecer un discurso que causó impacto durante la campaña presidencial de Adolfo López Mateos.

Su ejemplo adquiere un valor histórico, justo, cuando desde el Legislativo se ha pugnado porque las mujeres tengan paridad en el acceso a candidaturas y cuando se han eliminado las prácticas de otorgar a las mujeres espacios secundarios en las mismas.

Hoy este breve listado que aspira también a ser una reivindicación, nos permite hacer un balance del trabajo femenino en la vida política y electoral de Colima. Aunque reconocemos existe un terreno más igualitario y garantista, que cuenta con varios mecanismos para hacer valer nuestros derechos fundamentales y para sancionar la violación a los mismos; pero a la zaga del terreno conquistado –si se me permite la expresión- hay gente que mantiene una lucha silenciosa, cultural y ofensiva contra las mujeres en la política.

Es la misma barrera a la que se enfrentaron aquellas mujeres que hoy nos permitieron ocupar el lugar que tenemos en la historia: es el rumor, el chisme, la ofensa, la diatriba, el ninguneo. Esa estrategia que se resiste a concederle a la mujer el mismo respeto que se da a un hombre. Quizá porque nosotras no imponemos físicamente, quizá porque se nos sigue viendo como vulnerables. Pero no lo somos y haremos lo posible por reivindicar también ese camino y esa lucha.

Estamos claras de que la participación de la mujer es fundamental y necesaria para corregir y derrumbar los muros patriarcales. Como mujeres, hemos conquistado espacios y hemos construido escenarios para la Participación Democrática, en condiciones de igualdad. Pero al Poder no le gusta el rostro femenino. La mujer es menos corruptible. Y eso también se ha asentado en nuestra cultura.

Miremos con detenimiento un solo caso emblemático: el de Emilio Lozoya, como ex director de Pemex. ¿Cuántas mujeres hay señaladas en la investigación? ¿Hay algún nombre de mujer que ocupe un lugar relevante en esa indagatoria? Y ojo: no digo que las mujeres seamos infalibles. Hay casos memorables: Elba Esther Gordillo o Rosario Robles, dos de las nuestras, que cedieron a los antivalores y a los delirios de la corrupción.

Pero sus casos sólo sirven para confirmar la regla: al Poder le hace falta un rostro femenino, más humano y menos pragmático en la toma de decisiones importantes de nuestra entidad y del país. Se necesita más integridad y entereza, debemos decirle adiós a los acuerdos oscuros y las componendas inconfesables; abrirle paso a la posibilidad de que una mujer gobierne nuevamente Colima pues hace falta honestidad, entereza, visión y templanza. La indiferencia del actual gobierno lastima. Por ello es necesario que la segunda transformación de Colima también la inicie otra mujer.

(continuará)

(*Diputada local por el Distrito XI en Manzanillo, integrante de la fracción parlamentaria de Morena)

 

 

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