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En este pueblo no hay ladrones…

La opinión de la historiadora Blanca Gutiérrez

“En este pueblo no hay ladrones”, así tituló Gabriel García Márquez uno de sus cuentos clásicos, que posteriormente fue llevado a la pantalla grande por “la flecha de Colima”, el cineasta y narrador olímpico Alberto Isaac.

El cuento y la película narran lo que sucede en un pequeño pueblo cuando un joven ocioso decide robarse tres bolas de billar, del único centro de diversión existente en el lugar. La vida del pueblo toda se trastoca con ese robo. Como en ese pueblo (se creía) no había ladrones, el dedo flamígero de la gente apuntó a un forastero que, para variar, era negro de piel. El forastero es detenido, torturado y obligado a confesar un delito que no cometió.

Dámaso, el ladrón, era un joven inexperto en robos. Por ello, cuando arrepentido ingresó al billar, de noche, decidido a regresar las bolas del billar que se había robado, fue sorprendido por el dueño y entregado al alcalde.

Cuando el dueño del billar le exigió a Dámaso le regresara, también, los doscientos pesos que estaban en la caja el día del robo, el joven le reclamó y le dijo: “Usted sabe que no había nada”, a lo que el dueño del billar reviró diciéndole: “te los van a sacar del pellejo, no tanto por ratero como por bruto”.

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La semana que recién concluyó, tupida en sucesos mediáticos por demás escandalosos, me recordó ese pueblo en que sus habitantes creían que no había ladrones. Y no es que no los hubiera, sino que nadie quería verlos.

Después de escuchar los deslindes “espontáneos” y “audaces” de los miembros de la clase política negando rotundamente tener algo que ver con los actos de corrupción de que son acusados, uno podría llegar a la conclusión que en éste México nuestro no hay ladrones y que su clase política es pulcra, honesta y sincera.

¿Ladrones en el PRI? ¡Por Dios! ¿Ladrones en el PAN? ¡Cómo!, ¡si eso es pecado!

La presencia de uno de los hermanos del presidente López Obrador en otro de los videos, junto con un personaje llamado David León Romero entregándole paquetes con dinero, me recordó al jóven inexperto del cuento-película “En este pueblo no hay ladrones”.

Así como a Dámaso se le quiso cobrar hasta lo que no se robó, igual con Morena y la 4T: se le está queriendo asumir un cargo mayor al delito cometido (si lo hay). Y así como el cantinero le dijo a Dámaso, así hay que decírselo a quienes aparecen en ese video: ese error lo van a pagar muy caro, no tanto por rateros, sino por brutos.

En la imagen: Abel Quezada y Juan Rulfo en fotograma de la película.

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