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El COCHILOCO DE COLIMA

Una historia de Osvaldo Mendoza (El Legendario Valdo)

“Al igual que al Chapo Guzmán, El Cochiloco era una persona culta que disfrutaba la lectura. Su Rancho Jayamita, tuvo una pequeña biblioteca con títulos clásicos.”

DEA.

🚢“La noche del 22 de abril de 1988 se escuchó una estática extraña en dos de las cinco frecuencias de radio locales. Minutos después, aquella señal pudo conectar con la radio de la capitanía del puerto interior de Manzanillo, Colima. Los tripulantes de una nave misteriosa pedían permiso para realizar maniobras de abastecimiento. En los lúgubres riscos de la península de Santiago, retumbó el rugir las trompetas de “El Chimborazo”, embarcación oriunda de Colombia que transportaba 8 toneladas de cocaína pura en un compartimento secreto. Son las 11 de la noche, en las calles del puerto solo se escucha la música viva de un tugurio llamado El Bar Social. Cuatro hombres sospechosos permanecen sentados en una mesa negra, al fondo del establecimiento; uno de los tipos monitorea una radio portátil mientras empuja unos grandes auriculares a su oído izquierdo en busca de señales. Allá, en las aguas, el buque pretende amarrar pronto en costas mexicanas y continuar su ruta hacia Ensenada BC. Su inmensa y parda figura parece un monstruo mitológico que se tambalea con el oleaje de la costa. La capitanía del puerto da autorización al navío. El hombre sospechoso del portátil logra interceptar el mensaje. Los sujetos pagan la cuenta y abandonan discretamente El Bar Social.

🚢El automóvil Grand Marquis LS coupe, color tinto, modelo 1983, con placas F-3845, abandona tranquilamente la calle del bar para continuar sobre el malecón fiscal e internarse torvo en los callejones lúgubres de la playa San Pedrito. En el asiento trasero del vehículo hay un hombre robusto y mediano, al que todos se dirigen con un gran sentido del respeto: “don Pedro esto”, “don Pedro lo otro”. Lo adulan, pero desconocen de quién se trata realmente; solo el sujeto que manipula el radio conoce la verdadera identidad de aquel hombre respetable, un viejo lobo de mar de la historia del narcotráfico en México.

Mientras los sujetos esperan a bordo del vehículo, el ruido de las olas va acercando su historia a la playa, el ruido íntimo del mar susurra en el aire las páginas de su vida, de sus andanzas y todo comienza a regresar en el tiempo, a sus buenos tiempos…

“EL GÉNESIS”
Juan Manuel Salcido Uzueta, alias El Cochiloco, nació en 1955 en el pequeño poblado de San Juan, muy cerca de San Ignacio, Sinaloa, México. Su madre le puso el apodo porque de niño era muy inquieto, “como un cochinito loco”, de ahí provino la derivación a “El Cochiloco”. Al igual que a miles de niños que padecían pobreza y miseria en aquellas regiones de México, la infancia del Cochiloco fue absorbida por el reciente boom de trasiego de heroína y mariguana que se vivía en aquel tiempo. Como casi todos los grandes capos, Salcido inició su carrera como sicario a sueldo en la primera generación de narcotraficantes del país. Su efectividad como matón lo llevó a escalar rápido hasta formar parte del círculo más cercano del primer gran jefe de narcos llamado Pedro Avilez alias “El León de la Sierra”. Así pues, El Cochiloco pertenece al génesis, al lugar donde se nombran figuras como Lamberto Quintero, Ernesto Fonseca Carrillo “Don Neto”, Miguel A. Félix Gallardo; y donde personajes como Amado Carrillo Fuentes “El señor de los cielos” o El Chapo Guzmán, apenas comenzaban a hacerse un nombre dentro de la primer organización denominada Cartel de Guadalajara…

🚢Al interior del Grand Marquis los sujetos aguardan en silencio, los hombres sabios siempre guardan silencio, y el Cochiloco hace eso mismo mientras observa las olas romper en la playa. Entre las nubes pardas la luna es una sonrisa maligna. A los minutos de estar observando el mar, emerge la figura furtiva de una lancha en el horizonte. La panga se avecina a la costa como un caimán que merodea. De ella desembarcan más hombres sospechosos, esta vez van vestidos con trajes de buzo y maquillaje de camuflaje en el rostro. El sujeto del radio sigue monitoreando el ambiente arriba del vehículo. El Cochiloco no menciona una sola palabra. Todos ya saben qué hacer, para eso les han pagado. Dos de los sujetos del Grand Marquis se unen a la tripulación de aquella pequeña embarcación y ésta se pierde mar adentro hacia la oscuridad.

LA CAÍDA DEL LEÓN
La tarde del 15 de septiembre de 1978, en la carretera Tepuche-Aguacalientita, Culiacán, Sinaloa, personal del ejército mexicano, en conjunto con la policía federal, hacen la parada a un convoy sospechoso. En el convoy viaja Pedro Avilez con sus secuaces, quien desciende para negociar personalmente una salida rápida. Los comandantes Alcalá y El Huarache se niegan a darle cuartel. Se siente una sombra fría que recorre los árboles de los alrededores. Está nublado el cielo, ayer había llovido. Son la seis de la tarde, la tierra luce húmeda. Hay varias patrullas y autos estacionados en aquella pequeña carretera que dejan entender que se trata de una trampa. Los comandantes Huarache y Alcalá conducen a los detenidos a una brecha, los forman en fila, los desarman, los ponen de espaldas y los acribillan sin mediar palabra. La horrenda masacre deja al menos 8 muertos; entre los fallecidos está el gran capo, “Narco de Narcos”, Pedro Avilez. Este asesinato es un duro revés en la situación geográfica, social, económica e histórica de todos los carteles, tan duro que llegó a oídos de Pablo Escobar quien lo lamentó en algunas llamadas telefónicas que hizo a México y quedaron registradas por la DEA.

El Cochiloco no estaba aquella tarde. El Cochiloco recibió esa noche una de las peores noticias de su vida: “Cayó el león, el jefe ha muerto” dijo la voz del teléfono. Juan Manuel Salcido Uzueta no pudo concebir la falta de su patrón y padrino; el hombre al que le debía su éxito, el hombre que le sacó de aquel rancho solitario para hacerlo hombre, darle un sentido a su vida, el que entregó a manos llenas su sabiduría y consejo, su amigo, con él todo, sin él nada.
La muerte de Pedro Avilez dejó al Cochiloco al frente de la organización criminal: El Cartel de Guadalajara, que coincidió con los tiempos en los que todos los carteles dejaron parcialmente de lado la heroína y mariguana para comenzar a mover la cocaína con todo su poder de operación. México ya iba a pasar a la década de 1980s, y en medio de aquellos cambios turbulentos, el Cochiloco hizo lo suyo para vengar la muerte de Pedro Avilez.

VENGANZA Y REPLIEGUE
A las tres de la tarde le dieron muerte al comandante Huarache, a tan solo 30 metros de la presidencia municipal de Apatzingan, Michoacán. Hasta allá había viajado el Cochiloco con sus pistoleros para rematarlo él mismo. El sujeto que perpetró la muerte de Avilez, quedó boca arriba y con la panza desbaratada a balazos. Al siguiente día, Cochiloco viajó a Colima para seguir buscando al comandante Alcalá, quien se había retirado del servicio por esos mismos motivos. Lo vinieron a ubicar en Guadalajara, donde tenía una fábrica de bloques para construcción. Espiaron el lugar por dos días y al tercero salió Alcalá hacia la calle, antes de subirse a su auto, un Lebaron negro, Cochiloco le vació un cargador completo de fusil FAL, de 30 tiros. Prácticamente, desfiguró el cuerpo del expolicía, traidor y asesino de Pedro Avilez.

Al perpetrar estas dos acciones contra sujetos vinculados a las fuerzas del orden, la posición del Cochiloco estaba demasiado comprometida, así también lo estaba la situación de los demás capos y carteles mexicanos, que por aquellos tiempos padecían la famosa “Operación Condor”, una cruzada que tenía el objetivo de detener a capos principales y criminales clave relacionados con el asesinato de Kiki Camarena, agente en cubierto de la DEA y muerto en acción. Actualmente se ha sabido que la Operación Condor, más bien constituyó un gran intento por subyugar el poder financiero y fuerza criminal que ya se estaba desarrollando a gran escala por la mafia de México; Estados Unidos temía que organizaciones como EL Cartel de Guadalajara se volvieran fuertes nidos para armar guerrillas, golpes de estado o en el peor de los casos, fuesen de un momento a otras milicias ideológicas que pudieran representar un riesgo mayor a la soberanía de esa nación. Hubo muchos detenidos, por aquel tiempo cayo el capo Rafael Caro Quintero, por mencionar a uno de los peces gordos.

A Cochiloco se le achacan más de 75 muertes en su carrera delictiva, buscado además por fugarse de un penal en 1975, pero, los homicidios de Alcalá y el Huarache, lo dejaron expuesto ante el gobierno americano y nacional, razón por la cual se refugió desde 1985 en el poblado de Coquimatlán, usando el pote de Ingeniero y llamándose Pedro Orozco, muchos dicen que en memoria de su gran maestro Perdo Avilez. Cochiloco compró el Rancho Jayamita, inmueble que fue el primero en tener electricidad y pavimento privado, que para la época eran todo un lujo en aquella comunidad de Colima.

🚢El Grand Marquis rojo sigue parqueado sobre los callejones lúgubres de Playa San Pedrito. Después de unas horas, han regresado del mar los sujetos camuflajeados. Ahora vienen en 3 lanchas, cargadas todas con paquetes rectangulares color canela que contienen cocaína pura. Son dos toneladas de “ladrillos”, mismos que se disponen a bajar de las lanchas y subirlos a dos furgonetas que habían llegado a San Pedrito mientras se fueron. El Cochiloco sigue sin decir nada. A lo lejos se observa a dos marinos que vienen caminando por la playa, es un contramaestre y un cabo. Se vienen acercando al Grand Marquis rojo. Al estar a una distancia considerable, los marinos alumbran con sus linternas aquella operación. Todos se quedan paralizados. Minutos después, los marinos apagan sus linternas y regresan por donde vinieron. La noche sucede tranquila.

«JAYAMITA»
“Si, Cochiloco es y fue todo lo que dicen que fue ahí en Coquimatlán. Cochi, mejor dicho: El ingeniero Pedro Orozco lo fue todo. Padrino de bautizo, de bodas, de XV años, fue quien compró medicinas en el centro de salud, pagó deudas, apoyó a los campesinos. Si lo fue, fue él, él mismo el que lo hizo. Todos hablan de él como si estuvieran acusándolo en un juicio, el juicio de la vida. Colima hablará de él por siempre, y dirán muchas cosas ciertas y otras falsedades. Es cierto que tenía 30 jardineros, que cuando se agachaban se les notaban las armas cortas en los pantalones y en los costalillos del bastimento. Es cierto, que prefería mucho las peleas de gallos y las apuestas solo en ambientes tranquilos. Es cierto que gustaba de la lectura, es verdad, tenía un gran conocimiento de la geografía nacional y su rancho tenía una pequeña biblioteca con títulos clásicos. Es cierto que tenía una relación estrecha con el Gobernador Elías Zamora, pero con un fin táctico, porque nunca se involucró de más con la perrada grande de la política de Colima. ¿Cochiloco llamaba por teléfono a Pablo Escobar? Eso es verdad, pero nunca desde Coquimatlán, siempre viajaba a Guadalajara para mediar sus negocios con él. Es cierto que en las fiestas pedía que no hubiera fotos porque “le molestaba el flash”. Es verdad también que mandaba a sus guarros a atrofiar los rollos de la gente que le tomaba fotos. Se dicen muchas cosas de él, ahora más que ya no está, la gente se siente con derecho de recordarlo. La gente nunca olvida. Cuando muere el ranchero hay quien lo sigue oyendo llegar, eso dicen que es el recuerdo.”

«CARA Y CRUZ»
🚢La cocaína que trasportaba El Chimborazo aquella noche pertenecía al cártel de Cali, enemigos acérrimos de Pablo Escobar y su cártel de Medellín. Cochiloco la robó con ayuda de un hijo del capo don Lalo Fernández, y su socio y amigo, el Chapo Caro, primo de Rafael Caro Quintero. En algunas versiones mencionan que El Cochiloco recibió la orden directamente de Pablo Escobar para interceptar ese buque y robar la mitad de su carga, con el objetivo de sabotear las operaciones del cartel rival. Y Cochiloco lo realizó la noche del 22 de abril de 1988. En la playa San Pedrito, Cochiloco firmó su sentencia de muerte.

EL GALLO DE SAN JUAN
La mafia no perdona, Cochiloco. La mafia busca y encuentra; mata y entierra, Cochiloco. La mafia es una serpiente venenosa que tiene una manzana que todos desean. La mafia nació en Italia, en los siglos XVIII y XIX, eso solo lo sabe la gente culta, educada, gente como tú; eso no lo sabe perrada piojosa que se sienten perros grandes por meterse polvo y alardear de grandezas que no les pertenecen. ¿Dónde ha quedado el honor, amigo mío? Tú si sabías lo que era la mafia, eso lo sabías de sobra, Cochiloco. No te rasures esta mañana, no te pongas tu reloj de oro ni tu camisa amarilla de seda. Lo material se acaba, Cochi; toda la humanidad está desnuda, brincando en el tiempo, danzando en los minutos del mundo, escribiéndose a sí misma en el libro de la vida. ¿Qué hemos grabado esta mañana para nosotros mismos? ¿Y qué le hemos dejado al mundo? Hoy es 9 de octubre de 1991, son las 2 de la tarde. Desde hace 15 días despacharon en Cali, Colombia, a un sicario suicida, ayudado por un local que le apodan el Tiburón. Nació para matarte y ahora viene persiguiéndote sin que te des cuenta. La serpiente viene a morderte. Viene por donde vas, da vuelta por donde tú, llenando todo de venenos, frena por donde frenas, avanza para donde vas. La muerte viste lentes oscuros. Ahora van por la AV. Adolfo López Mateos, en Guadalajara, antes de llegar al Tucán, el restaurante de tu amigo Miguel A. Félix Gallardo. Se ve negocio de lejos. Te asechan los tiburones. Miras el espejo retrovisor y divisas a un motociclista con playera negra sin mangas, armado con un subfusil USI. Parpadeas y el sujeto dispara. Tú también disparas. Salieron más pistoleros, siete del infierno que acribillan tu figura. No estalló tu granada, no hubo tiempo de hacer más. ¿Por qué siguen llevando la banda a San Juan el día de tu cumpleaños?

El reloj se detuvo, ¿estarás en el cielo o el infierno? Dejo estas letras en la urna de tus cenizas. Te lo escribí porque te gustaba leer. Colima siempre hablará de ti. Quietas están tus pestañas, quieto ya tu corazón.

Escrita por: 𝕺𝖘𝖛𝖆𝖑𝖉𝖔 𝕸𝖊𝖓𝖉𝖔𝖟𝖆, en Colima y sus Leyendas.

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