‘Universidad y Construcción Democrática’ por Jorge Velasco Rocha
La urgencia de una reforma a la Ley Orgánica de la Universidad de Colima
Por: Jorge Velasco Rocha
Este trabajo expresa mi deseo de que la Universidad de Colima, en algún momento de su desarrollo contemporáneo, pudiera perfilarse hacia el afianzamiento de valores universitarios, tal y como los viví y entre los cuales entusiastamente aprendí en la Universidad Nacional Autónoma de México desde la década de 1970. Me refiero a valores cuya existencia garantiza el mejor de los campos a la ciencia y a las artes, para formar profesionales acordes y sensibles a un México democrático. Se trata de una semblanza en paralelo entre la UNAM y la U DE C, a partir de una vivencia que sin embargo, es aun motivo de preocupación, pues vivo en Colima y añoro espacios donde la libertad y el ejercicio libre de las ideas, refuerzan una idea de nación en la que creo y baso mi sentido de la vida.
Estudié en la Universidad de Colima el Bachillerato, entre 1968 y 1970, en el espacio que ocupa el actual edificio de bellas artes IUBA, que en aquel momento era toda la universidad, con dos turnos para bachilleres y tres flamantes carreras. Después de la secundaria, el Bachillerato me hizo probar el sentido de la libertad de elección, para optar a mi antojo por el tipo de conocimiento que eligiera, sin condicionantes familiares y sin reglas de vigilancia y castigo. Podria decir que probé del fruto prohibido de la libertad, en condiciones de una universidad pequeña, sin pretensiones competitivas y con una planta de maestros bonachones que venían a significar la mas sana de la extensiones familiares, porque en el Colima de aquel momento asi era. Era una universidad cuya eficiencia y nivel academico dependía, única y exclusivamente de su planta de maestros, y no de todos los aleatorios que hoy envuelven el ambiente universitario. Y digo aleatorios porque nadie va a negar esta verdad esencial de que la enseñanza, mas allá de la construcción de una historia curricular basada en cumplimientos y ordenanzas, es el contenido de la cátedra trasmitida por individuos de capacidad excepcional para hacerlo. Años después lo viviría asi en la facultad de Filosofía y letras de la UNAM.
Los sucesos del 68 en la Ciudad de México, llegaban desvirtuados y descoloridos a nuestro medio estudiantil, Desde las cadenas de radio y televisión el estado monto una historia no solo indignante por las proporciones de la mentira evidenciada, sino de tal forma acicalada por la infamia, que en ese momento el ser un estudiante libre y critico, era el colocarse la letra en el pecho para el escarnio social. Y justamente cuando miembros del Comité Nacional de Huelga, CNH, vinieron a nuestra universidad, para que nos sumáramos en su defensa, la respuesta mayoritaria fue de rechazo aludiendo a argumentos casi comparables a que los estudiantes de Colima éramos niños bien y de buenas familias. Como presidente de mi turno vespertino de bachillerato me sentí desilusionado y desde ese momento me propuse que estudiaría en la UNAM, pues de manera espontanea y natural, me identificaba con la revuelta. Meses después fortalecí esa visión pues el líder estudiantil, Cabeza de Vaca, vendría a informarnos a un grupo al que pertenecía, al Círculo de Estudio y Reflexión, CER, ubicado en la calle Venustiano Carranza.
A finales de 1970 viaje a la Ciudad de México, dejando una universidad disputada por pandillas estudiantiles, que a su vez, representaban a viejos y nuevos cacicazgos políticos, del mismo viejo partido oficial. Y porque la U de C, era mi universidad de origen, a lo largo de mi vida universitaria en la UNAM. Siempre establecí medidas de comparación entre el desarrollo posterior que tendría la U de C bajo una sola visión política centralizada y la proliferación de ideas y de propuestas en movimiento de la principal casa de estudios del país. Cabe decir que siempre estuve al tanto de lo que pasaba en la U de C, pues me convertí también en un militante político y cultural de oposición, a los sucesivos gobiernos priístas de Colima.
Llegué a la UNAM en uno de los momentos más notables de su historia, así lo pensé después, pues la amalgama de circunstancias políticas y culturales que en ese momento se expresaban, es decir al comienzo del año de 1971, me significaban el paraíso de las ideas y de la libertad. La represión del movimiento estudiantil y el atentado a la autonomía universitaria, a la que me referiré mas adelante, generaron que los años siguientes al 68, impulsaran una idea en general de “espacio universitario autónomo”. Para empezar entré a una facultad donde la organización estudiantil era un Comité de Lucha a secas, sin nombres y sin estructura nominativa de presidente, secretario o todos los exceteras que llevan las federaciones de estudiantes. Una organización de estudiantes en la que se podía participar si se quería pero al mismo nivel que cualquier otro y en la que la única regla clara es que no se podía hablar a nombre de los estudiantes, ni abrogarse su representación. Las decisiones a nombre de los estudiantes de cada escuela se tomaban por asamblea general en el auditorio, que para el caso de la Facultad de Filosofía y Letras era el Justo Sierra, pero que después del 68 fue conocido como auditorio “Che Guevara”. Pero lo más sorprendente de todo era el ambiente político donde el desprecio al gobierno y a las propias autoridades universitarias, que por el solo hecho de serlo, eran motivo de desconfianza, como aquella consigna del 68 francés, de que “no se podía confiar en nadie que tuviera más de 30 años”. Y en efecto cada asamblea era una fiesta para mí ya que saltaba la enorme pluralidad democrática que el pasado movimiento había heredado a estudiantes y maestros, en medio de un largo desfile de posiciones políticas de izquierda. Por supuesto que establecí la comparación con mi anterior ambiente universitario donde la organización de estudiantes era una extensión del partido oficial y cuya máxima expresión estudiantil era la elección para reynas del estudiante, aparte del besamanos que hacia la mesa directiva de la Federación de Estudiantes, con el gobernador en turno. En Colima no recuerdo que se haya realizado alguna asamblea estudiantil durante el bachillerato que cursé. Me enteré que la UNAM, sí había tenido Federaciones, pero que la expresión democrática de los estudiantes las había desaparecido, pues solo eran instrumentos del control corporativo del gobierno y mas bien cumplían una función policiaca contra cualquier expresión democrática. El porrismo que tanto golpeó la organización autónoma estudiantil, era producto de las anteriores federaciones de estudiantes.
Inicié mi recorrido al principio de esa década descubriendo personajes y rincones que invariablemente me conducían a ideas de dignidad y lucha democrática. Dije rincones porque la UNAM, con cerca de quinientos años de historia, hablo desde la Real y Pontificia Universidad de México hasta la fundada en 1929, dispone de un anecdotario casi ilimitado, pues los más notables personajes de nuestra historia nacional, de una u otra manera han dejado alguna marca o alguna seña en su paso por la Universidad. Y no sólo personajes nacionales que han contribuido a nuestro acervo cultural y político, sino también brillantes inteligencias asiladas por las desventuras de su entereza y dignidad que no cabía en sus países de origen. De España muchos de ellos que los estertores finales del franquismo arrojo a nuestro suelo, como albricias para nosotros pero en medio de una paz triste para ellos. Así fue que conocí en sus últimos momentos, al bellísimo viejo, a León Felipe, en cuya voz fuerte resonaba aun “El Español del Éxodo y el Llanto”, recargado en los andenes y en los pasillos, vistiendo de ternura con su barba blanca y boina negra, aquel poema que yo asumiera para mi, de “Que lastima que yo no tenga ni una espada ni un mi abuelo que ganara una batalla….”
Elegí la carrera de letras hispánicas y me adentré en ese mundo de sabios de la lengua y de sensibles trasmisores o creadores de la literatura. Y las clases eran como joyas, novedades brillantes o informaciones magistrales, impartidas en un espacio de puertas abiertas a quienes éramos del curso o a quienes deseaban escuchar por aquella sola vez la circunstancia de una clase. Además en forma cotidiana, cualquier activista o grupo de activistas de cualquier corriente politica, podía pedir permiso al maestro en turno, para pasar a los salones de clase a invitar a su causa o a proponer actividades de su movimiento.
Era un mundo de insólitos descubrimientos pues el ejercicio de las ideas, diversas y muchas, a veces contrapuestas, eran la cultura de sentido común., entre la cual crecían las raíces de nuestras futuras señas de identidad.
El movimiento estudiantil del 68 resonaba en plenitud pues sus actores, jóvenes y viejos, tenían un espacio conquistado en las aulas y en los espacios abiertos de la universidad. El viejo “Pepe” Revueltas, libre una vez mas, dignificaba debates y convencías, ante el asombro de quienes creíamos en una próxima revolución, pues su historia de luchador sistemáticamente castigado por los sucesivos gobiernos priistas, nos planteaba la resistencia, la entereza y el carácter de aquel que sabíamos que había pasado mas de la mitad de su vida en las mazmorras del gobierno por su militancia política de izquierda. Sus obras daban testimonio de cárceles, como El apando, pero también prefiguraban un pensamiento político vigoroso de raíces profundamente criticas como su ensayo de análisis del movimiento comunista que fue publicado con el nombre de un “Proletariado sin cabeza”. Amén de tantas otras obras entre las que destacaba la narración de su experiencia en el 68.
En paralelo la Universidad de Colima se hacía de una pandilla de porros auspiciada por lo que quedaba del “Roblesmartinismo¨”y que ocupaban la dirección y burocracia del Banco Nacional de Obras públicas, aun contra la voluntad del Gobernador en Turno, a quien denominaban “El chocomil de a peso”, Pablo Silva García. Fue un tiempo de acomodos de viejos y nuevos caciquismos, pero justamente en ese tránsito de la época en que los gobernadores se decidían en México por uno u otro bando de caciques de PRI, fue que la Nueva federación de Estudiantes de Colima, tuvo la suerte de ser apadrinada por Luis Echeverría, el presidente que estuvo detrás de la matanza estudiantil de 1968 cuando fue Secretario de Gobernación.
Echeverría siempre fue repudiado por las universidades más democráticas de México, como la propia UNAM, pero se aprovechó de las relaciones diplomáticas de México con Salvador Allende, de Chile, para traerlo en 1972 y usarlo como bandera de izquierda por las universidades controladas por federaciones estudiantiles priistas como fue el caso de la Universidad de Guadalajara, que preconizaba el principal porrismo del país, De hecho los porros de la U de G, vinieron varias veces a apoyar a los porros de Colima en los momentos más álgidos de su apoderamiento de la U de C.
Pablo Silva estaba consiente que su gobierno estaba siendo socavado por el grupo de pristas de Cuauhtémoc desde BANOBRAS, relacionados con un tal Santana Ugarte, así que trato de crear un grupo estudiantil que asumiera la dirección de estudiantes fuera de la FEC y para ello se conformó el CEUC, Consejo Estudiantil Universitario de Colima, pero también con militantes priistas.. Debo mencionar este hecho porque nosotros el CER, Circulo de Estudio y Reflexión, recibimos la oferta de hacer dicho papel, pero la mayoría de nosotros ya estábamos en contra del gobierno priista. Y justamente el CEUC fue desecho a palos literalmente por la FEC en alianza con la FEG de Guadalajara. En todo momento los porros de la FEC de Colima fueron apoyados con infraestructura y tolerancia de la Policía Judicial del Estado.
La actual burocracia de la Universidad de Colima, sigue haciendo vigente el mismo concepto de Universidad que fundaron los porros de aquellos días, entre los que destacaron como nombres para la posteridad, a Fernando Moreno Peña, Arnoldo Ochoa Gonzales, “El capi”, “El zapatito de cristal” “Sierra”, “Zepeda” Humberto Silva, y muchos otros lúmpenes sacados de las listas de familias pendenciaras de la ciudad. Todos ellos, para recordarles a los que pretenden no tener memoria por su coparticipación en el reparto, que de pandilleros pasaron a eminencias académicas o a ricos e influyentes empresarios y políticos de la actualidad.
El caso más escandaloso es del que fuera conocido como “el porro mayor”, que al morir fue recordado, por haber sido rector, como uno de los más importantes benefactores de la Universidad de Colima. El único parentesco que han tenido los sucesivos administradores de la U de C, es padecer de amnesia y su militancia en el Partido Revolucionario Institucional por lo que nunca han permitido la democratización académica y estudiantil, usando siempre como policía política y represiva a la Federación de Estudiantes Colimenses.
De toda esta historia de cómo la U de C paso a ser propiedad prácticamente de lo peor del medio estudiantil, de porros y golpeadores por encargo, la Sociedad Colimense de por lo menos de más de 60 años, tiene exacta memoria, pero el hambre y la falta de empleo los llevó al “olvido” y al besamanos. Los porros ya en auge y con el control absoluto de todos los hilos del poder crearon en 1980, una Ley Orgánica de la Universidad de Colima, completamente a modo, quitando todos los contrapesos que tiene por ejemplo UNAM, en estructuras como la Junta de Gobierno y el Patronato Universitario.
La Universidad Nacional Autónoma de México marcaba el pulso del país de aquellos días pues todo lo que ocurría en México, a pesar del silencio cómplice de la televisión y los medios, por pasillos y aulas hacían presencia todos los movimientos insurgentes que había en el territorio nacional. Huelgas de trabajadores de la industria metalúrgica, textil, automotriz y todo tipo de sindicatos que venían a pedir apoyo a los Estudiantes, eran bienvenidos, pues los maestros de toda asignatura expresaban y manifestaban su solidaridad con las causas de los trabajadores, pues estos eran oprimidos y perseguidos por un sindicalismo charro controlado por el PRI.
Y fue a la luz de una Universidad democrática, que nació el sindicalismo universitario con dirigentes del viejo Partido Comunista Mexicano. El movimiento estudiantil después del 68, se tornó en un movimiento vigoroso a través de los Comités de Lucha. Y fue de hecho un gran apoyo para el nacimiento del sindicalismo universitario. Pero también de ese ambiente crítico y democrático, y ante gobiernos autoritarios y represivos, nacieron las izquierdas, que iban desde la vía guerrillera hasta las más reformistas y conciliadoras con el régimen. La revolución Rusa arrojo dos corrientes de izquierda, la oficial y aceptada por la URSS la de los partidos comunistas, la otra era La marxista revolucionaria representada por los trotsquistas y de entera oposición a la burocracia de la Unión Soviética. También creció y se desarrolló toda una diáspora de organizaciones derivadas de la Revolución China y también conocidas como maoístas. Por otra parte la Revolución Cubana genero expectativas hacia la teoría del foco guerrillero como detonante para una revolución, originando organizaciones clandestinas como la Liga Comunista 23 de septiembre, el FRAP, La Unión del Pueblo, El partido de los Pobres y muchas otras, que a pesar del dramático desenlace, pues la mayoría murieron, fueron el antecedente para la formación del EZLN de Chiapas.Todas las organizaciones de izquierda durante los setentas eran reprimidas pues no había espacio político legal para ellas, El gobierno y el PRI solo toleraban al PAN y a partidos paleros de supuesta izquierda como el PPS, y algunos emergentes creados para hacer la simulación de “pluralidad”, pero a los cuales también fraudiaba en los procesos electorales.
La década de los setentas con todo el enorme impulso que genero la izquierda, obligo a los gobiernos priistas a realizar las primeras reformas políticas para que la izquierda pudiera participar electoralmente. Y así surgió en 1977 la primera Reforma Política promovida por el que fuera Secretario de Gobernación, Federico Reyes Heroles. Y justamente las dos corrientes de izquierda emanadas de la Revolución Rusa, comunistas y Trosquistas, serían los primeros en participar, constituyendo los primeros antecedentes del PRD y MORENA. Es importante aclarar que los trotsquistas en la actualidad no participan electoralmente pues su estrategia política para un cambio revolucionario es por la vía insurreccional., así como el EZLN y muchas otras organizaciones de izquierda. Pero también es cierto que otra gran mayoría de organizaciones han elegido la vía electoral y ahora se expresan al interior de Morena.
Al inicio de los ochentas con el gobierno de Griselda Álvarez, el grupo porril que se apodero de la universidad, pacto una legislación, la actual Ley Orgánica de la Universidad de Colima, que le permitiera asegurar control y poder, para perpetuar la injerencia del Partido revolucionario Institucional a través de una sola estructura de gobierno, es decir el Consejo Universitario. En esta estructura, con el control de la FEC, que la volvieron institución con patrimonio e infraestructura propia, blindaron la elección de rector pues la representación de dos estudiante por escuela, además del director nombrado por el rector, asegura la continuación vertical de un rector a otro pues la participación de los maestros a uno está completamente disminuida.
Pero lo más grave de esa legislación, de las ultimas más atrasadas del país, es que se basa en una sola instancia, donde una sola persona, el rector, nombra y decide todo, incluyendo el manejo del presupuesto y patrimonio universitario, pues es el “Jefe Nato” legalmente de toda la universidad. Iniciando con la UNAM, la de la Ciudad de México, de Puebla, de Monterrey y de casi todos los Estados de México, las legislaciones universitarias acompañaron el Concepto de Autonomía, con estructuras de gobierno universitario con contrapesos, Juntas de Gobierno y con comisiones autónomas no nombradas por el rector, para el manejo de recursos y la gestión académica. Y se entiende que, la Autonomía Universitaria sin contrapesos democráticos internos, se torna en privatización como de hecho ha sido la Universidad de Colima, en manos de un grupo político que ha generado gobernadores diputados y todo tipo de personajes públicos de un mismo partido.
La autonomía Universitaria, en ausencia de formas democráticas de participación de todos los sectores de la comunidad, no existe. Como tampoco existe si es utilizada para beneficiar a un solo grupo político que se perpetúa en base a la represión de cualquier expresión disidente. La Universidad de Colima es de las únicas universidades que sistemáticamente expulsan a maestros y estudiantes disidentes. Es una universidad donde el miedo ha expulsado al pensamiento crítico, y donde la falta de este, genera mediocridad académica y por lo tanto científica sin soslayar su pobreza creativa y cultural.
Por su parte la UNAM, ha sido celosía con la Autonomía pues desde 1968 con el rector Barros Sierra, estableció reglas muy claras que impiden cualquier tipo de injerencia gubernamental y o partidaria. La Universidad de Colima en su actual legislación permite la participación del gobernador en turno durante su proceso de elección rectoril y el manejo de todos los sectores de la comunidad para fines político electorales. Podríamos decir que el concepto de Autonomía de la Ude C, no es más que la justificación para ocultar una larga historia de falta de transparencia y de oscuros manejos, incluidos los fondos de los trabajadores. Pero lo más grave es la negativa a dar la cara y presentar debate democrático, aludiendo defensa de la autonomía. Esa visión corporativa y patrimonialista que tienen los dueños del control de la universidad, como si fuera universidad privada, al primer señalamiento crítico que se dé, van a responder bajo el supuesto, desde luego falso, de que están defendiendo la Autonomía.
La sociedad no puede ser complicase de tantas aberraciones que esconde la Universidad de Colima, sustentadas en su actual Ley Orgánica. La Universidad de Colima nos pertenece a todos los Colimenses y al Pueblo de México, y no puede ocultar en tiempos de lucha contra la corrupción, a un grupo que se ha enriquecido y quiere seguirlo haciendo con este patrimonio público. Una buena reforma universitaria solo puede servir al beneficio público y al mejoramiento de la formación profesional de todas las ramas del conocimiento. Estar en contra de una reforma sin siquiera dar el debate, solo habla de afectación de interese creados ligados a la corrupción. Por tanto, todos los pronunciamientos en contra de una reforma y bajo el supuesto de “defensa de la autonomía”, van a exhibir a muchos implicados en esta larga y aberrante historia de corrupción y atraso que nació con el porrismo hace casi cincuenta años.