La semana pasada que fue la última de junio, 2022, caía plausiblemente abatido en una embosca en el estado de Apure en Venezuela, el máximo representante de la llamada, -Segunda Marquetalia-, guerrilla y heredera directa de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, FARC, es decir, de parte de diversos grupos armados de las oficialmente extintas, FARC, que rechazaron los acuerdos de paz con el gobierno colombiano, hace cuatro años, para después de estar desmovilizados retomar la vía armada; mientras otros grupos de combatientes farianos, como la muy fuerte columna 30 de las disidencias de las FARC, bajo el mando de Iván Mordisco, dado de baja recientemente, Gentil Duarte, su líder anterior, nunca entregaron las armas y se negaron a participar en los procesos de paz, auspiciados por el ex presidente, Juan Manuel Santos.
Ambas organizaciones que se reclaman herederas de las FARC, nacidas en 1962 bajo el liderazgo del legendario, Manuel Marulanda, Tirofijo, han estado enfrentadas a sangre y fuego después de los acuerdos de paz, más por diferencias por el control de las economías ilegales y de participación en el narcotráfico y sus rutas, que por diferencias ideológicas o por enfoques contrapuestos respecto al futuro político del país, ahora que Gustavo Petro, de la Coalición Progresista denominada Pacto Histórico, es el nuevo presidente de tan intensa nación.
El asesinato de Iván Márquez, se suscita después de que los líderes más visibles de la Segunda Marquetalia han sido eliminados, bajo cuadros de operación militar muy similares; me refiero a las muertes suscitadas en este 2022, del segmento más relevante del primer círculo de Iván Márquez, como fueron los muy experimentados líderes guerrilleros, y parte del extinto Secretariado de las FARC, Jesús Santrich, El Paisa y Romaña.
Eliminaciones en las que participaron grupos especiales, comando, formados por ex militares norteamericanos, fuerzas especiales del ejército colombiano, el grupo Lobo de la policía nacional colombiana, así como sicarios extranjeros de alta escuela interesados en cobrar los 5 millones de dólares que el gobierno de los Estados Unidos, pagaba, por cada uno de los mencionados, incluyendo a Iván Márquez.
Estos golpes han sido muy duros contra la segunda Marquetalia, pero los cuatro mil guerrilleros sumados, de esta segunda Marquetalia y del frente 30 de Iván Mordisco, enemigos entre sí, cuentan con mucha experiencia de combate y aún, bases sociales, poder de fuego y control sobre los territorios en los que se movilizan incluyendo sus recursos provenientes de la economía criminal, como la cocaína, las extorsiones, los secuestros, el robo de los ductos de combustible o la minería.
Por el estado de guerra existente, México y Colombia son las dos naciones de América Latina en que más hechos violentos acaecen día con día, la única diferencia esencial es que en Colombia, los grupos guerrilleros emanados de las FARC, pero también el ELN, Ejército de Liberación Nacional, aún conservan ciertos principios de justicia social, y revolucionaria, mientras que en México, a los armados hasta los dientes, cárteles mexicanos, lo único que los mueve es la codicia.
Para ambos Estados, los grupos armados con tanto poder de fuego, son un reto mayúsculo; más en el caso de Colombia, nación en la que aún está vigente un proceso de paz en construcción, mucho más claro que en México, es probable que ante la presencia de un presidente proveniente de la izquierda, como es Gustavo Petro, deseoso de pacificar al país, organizaciones como el ELN, Ejército de Liberación Nacional, o la Segunda Marquetalia, se acojan a un nueva firma por la Paz.
Y con la Paz aumentada en los diversos territorios de esta gran nación, es seguro que la prosperidad humano/ social así como nuevas posibilidades de desarrollo regional, se abran a Colombia, como nunca en su historia.
Sin embargo, hay otras organizaciones puramente criminales, muy fuertes, como Los Pelusos, herederos del EPL, Ejército Popular de Liberación, La Oficina, de Medellín, o el temible clan del Golfo, que es la principal organización productora de cocaína y hoy aliada, a los cárteles más poderosos de México, que también son un factor de alta incidencia y renovada alza en la producción de cocaína, en la violencia tan sufrida, en los inverosímiles suelos colombianos. Cuestión que compete, por cierto, directamente al gobierno del presidente, López Obrador.