Los corifeos de la alcaldesa capitalina, Margarita Moreno González y su esposo, Carlos Noriega García, insisten en que como el Fiscal Anticorrupción declaró que el contador y otrora secretario de Finanzas en el Gobierno de Nacho Peralta reintegró más de 70 millones de pesos al Instituto de Pensiones del Estado de Colima no hay una causa legal que perseguir y por lo tanto, su patrón y mentor, no debe ser perseguido, que es inocente y que no se le debe imputar un sólo delito relacionado con el desvío de cuotas y uso indebido de la función pública.
Los dos ojisaltados que defienden al régimen de corrupción en la capital han estado insistiendo, un día sí y otro también, que el ahora diputado local priista Carlos Noriega es víctima de una campaña de persecución que lo quiere hacer ver como un ladrón.
En sus sesudos razonamientos esgrimen que Carlos Noriega ya es inocente y no se le debe castigar pues fue tan honrado que regresó el dinero que tomó de las arcas del IPECOL para usarlo en el gasto corriente del Estado y lo devolvió 10 días después de que lo tomó “prestado”.
Vaya, bajo su lógica, habría que hacer un busto al avispado ex secretario de finanzas por instrumentar la técnica de desvío de recursos públicos por unos días. Un delito sólo comparable con el argumento del ex alcalde panista de San Blas, en Nayarit, Hilario Ramírez “Layín” que confesó haber robado “sólo poquito”, haber dado sólo “una rasuradita” a los recursos públicos de aquel municipio.
En el colmo de la indecencia, dicen los voceros de la corrupción, habría que comparar los actos de Carlos Noriega con los de Layín no por la dimensión de lo hurtado ni los días en que se tomó el dinero “prestado” sino porque, cual Robin Hood, lo que se buscaba era “apoyar al pueblo”. Y vaya que lo apoyaron. Contra la cama. Contra la pared. Contra la mesa. Contra todo lo que pudo el entonces Secretario de Finanzas que hoy goza de total impunidad bajo el auspicio de su Partido: el Revolucionario Institucional.
Las Diputadas y Diputados locales no deben cesar en la búsqueda de la justicia, que es clamor popular, ni el Fiscal Anticorrupción ceder a la presión mediática que impulsa el gobierno capitalino de Margarita Moreno en defensa de su marido. Presión que se ha extendido a otros que en el pasado inmediato cuestionaron las andanzas del dúo dinámico que integraron Nacho Peralta y Carlos Noriega y hoy son sus fervientes defensores en las frecuencias de radio.
Ceder ante los caprichos y presiones implica reconocer la corrupción, en cualquiera de sus formas, es la única vía posible y real del ejercicio público en Colima. Las y los colimenses no votaron por esa vía; les eligieron porque confiaron en la esperanza del movimiento transformador. Es hora de la justicia.