El Oscuro Páramo: La nueva primavera magisterial

Hubo un tiempo en que ser maestra o maestro en México era ejercer la vocación en medio del abandono. No el abandono de las aulas, siempre llenas de niñas y niños rebozantes de esperanza, sino el de las instituciones que olvidaron durante años que el futuro de una nación se escribe con tiza, paciencia, ternura y conocimiento, frente al pizarrón.
Después del sueño alfabetizador de Vasconcelos y el proceso de reconstrucción de México tras la Revolución Mexicana y la Cristera, ser docente era, en muchas regiones del país, resistir y persistir: persistir en la idea y en los anhelos de una mejor vida para las niñas y niños de México, resistir sin equipo, sin recursos, con salarios precarios…
Esta desventura estructural se acentuó aún más cuando -en un afán de seguir el modelo económico y cultural impuesto por el neoliberalismo-, los gobiernos del PRI y el PAN instauraron en México las evaluaciones punitivas disfrazadas de reforma educativa orillando al magisterio a la marginalidad, al desencanto y a la pobreza salarial.
Durante esa temporada oscura, ser maestra o maestro era llegar de madrugada a la escuela y salir con el sol más intenso del día, escribir en cuadernos ajenos los nombres de hijos adoptados por urgencia, y seguir enseñando para hacer crecer a un País que desde su Gobierno les daba la espalda.
Pero algo está cambiando. Y lo que antes parecía eterno —la indiferencia, la precariedad, la falta de reconocimiento— ha comenzado a resquebrajarse. La Cuarta Transformación ha traído consigo algo más que políticas de justicia social y redistribución de la riqueza: ha llegado con justicia para el magisterio.
La Señal desde Palacio
Este jueves15 de mayo, Día del Maestro, la Presidenta Claudia Sheinbaum no ofreció discursos vacíos, ni felicitaciones anquilosadas ni promesas incumplibles. Ofreció lo que más hacía falta: un acto de justicia. Anunció un incremento salarial del 9% retroactivo al 1 de enero, y de 1 punto porcentual adicional a partir de septiembre. Además, las y los docentes gozarán de una semana más de vacaciones, para emparejar las condiciones de descanso del magisterio mexicano con el resto de países del primer mundo.
El anuncio desde Palacio Nacional fue una señal. Un gesto claro que dice: el país necesita de sus maestras y maestros, los tiempos actuales requieren que el Magisterio retome el espíritu vasconceliano o se haga de nuevo con la esperanza de Torres Quintero de enseñar con vocación y compromiso social. Pero esa necesidad ahora va acompañada de una respuesta que sí tiene oídos: una inversión de 36 mil millones de pesos no se hace para cumplir una efeméride, se hace para comenzar a saldar una deuda histórica.
Colima también responde con gratitud
Y mientras eso ocurría a nivel nacional, en Colima, la gobernadora Indira Vizcaíno Silva anunciaba algo profundamente simbólico: la entrega de más de 2,800 computadoras portátiles a maestras y maestros de primarias públicas. Esta acción, parte del programa ColiBecas Computadoras, no sólo dota de herramientas, sino que reconoce lo evidente: enseñar en el siglo XXI sin tecnología es como querer sembrar sin tierra.
El mensaje de la gobernadora fue claro: si confiamos en el poder transformador de la educación, entonces debemos comenzar por fortalecer a quienes la hacen posible. Así, Colima se sitúa -otra vez- como un estado innovador en materia de justicia educativa. Es la única entidad que da computadoras a todos sus maestros y maestras: primero fue en Secundaria, ahora en Primaria.
Aunque muchos se nieguen a verlo, es una buena temporada para ser maestro en Colima.
Que no vuelvan los proyectos de despojo
No hace falta memoria prodigiosa para recordar cuando, bajo otros gobiernos, ser docente significaba firmar hojas de evaluación diseñadas para castigar, no para mejorar. Significaba ver cómo los recursos llegaban tarde, o no llegaban nunca.
La reforma educativa de sexenios pasados, vendida como modernizadora, fue en realidad un proyecto de despojo: despojo de derechos laborales, de desconfianza social, de atropellamiento de la dignidad magisterial.
Hoy, las circunstancias han cambiado. No porque todo esté resuelto, sino porque por fin hay voluntad de escuchar, de reconocer, de caminar junto al magisterio y no encima de él.
La muestra es que la Presidenta Sheinbaum también anunció el congalemiento de la edad de jubilación y el comienzo de diálogos para revertir las reformas de Calderón y Peña Nieto en esas materias. Además, habrá reducción de deudas y cancelación de las mismas en casas compradas con créditos del FOVISSSTE.
No exagero al decir que hoy es un buen tiempo para ser maestra o maestro en México. Porque además del salario y las herramientas, hay algo que no se cuantifica pero se siente: el respeto. El respeto a la palabra de la profesora rural que cruza el Río Salada en Ixtlahuacán para llegar a su escuela. El respeto al maestro que sube el Cerro Grande para enseñar en Lagunitas. El respeto para el Profe de la Secundaria Federal Manuel Álvarez en La Villa que transforma la violencia en arte con sus estudiantes. El respeto al conocimiento, a la pedagogía, a la labor callada que durante años sostuvo al país en sus momentos más oscuros.
Sembradores del futuro
La Cuarta Transformación ha entendido que no puede haber cambio real sin justicia educativa. Que no se puede hablar de paz si se olvida a quienes siembran conciencia. Que no hay futuro posible sin maestras y maestros que crean, creen y enseñan a creer.
Que no se nos olvide: cada aula renovada, cada maestro mejor pagado, cada computadora entregada, es una victoria no solo del magisterio, sino del Estado entero.
Y por eso, mientras florecen las primaveras y dan frutos los guamúchiles en los
patios escolares, también crece la esperanza.