“Siempre se ha creído que existe algo que se llama destino,
pero siempre se ha creído también que
hay otra cosa que se llama albedrío.
Lo que califica al hombre es el equilibrio de esa contradicción”
Gilbert Keith Chesterton
Hace un par de semanas, en las afueras del Consejo Municipal Electoral de Villa de Álvarez, Guillermo Toscano dirigió su primer mensaje de campaña. Los reflectores estaban puestos en él, pues le antecedía una polémica y encarnizada lucha por la nominación como candidato de Morena a la alcaldía villalvarense.
Su elección como el representante de la transformación no fue bien recibida entre los integrantes del ala más radical de Morena, que a final de cuentas pudo consensuar la conformación de un Cabildo con la mayoría de sus integrantes para intentar ejercer como un contrapeso a la fuerza y las determinaciones que pueda impulsar Toscano.
Hay quien sostiene que la unción de Memo contradice algunos de los preceptos de la 4T, pero también hay quien confirma que con sus actos se apegó a las enseñanzas del Presidente López Obrador: el diputado local se dio a la tarea de recorrer cada barrio y comunidad villalvarense para escuchar a sus habitantes, se mantuvo cercano a la gente y ofreció brigadas de servicios y apoyos alimenticios como nadie más lo hizo en el municipio.
Toscano es un hombre que ha resurgido de sus cenizas y que se ha sabido reconstruir. Ha tocado fondo y ha abandonado las profundidades espirituales de nuestra especie. A Memo la narrativa periodística le atribuye la maniobra a favor de un crédito al Gobierno Estatal; sin embargo, nos hemos olvidado del principal operador que ahora goza de “cabal” fe pública en la costa tropical colimense.
Memo tiene ante sí la posibilidad de graduarse en la política o de finiquitar su carrera emergente. Al mismo tiempo se enfrenta a la probabilidad de perpetuar su nombre en la inmensa lista de quienes han traicionado el mandato popular o de reivindicar su trayectoria morenista como ya lo ha hecho con su vida. A Toscano la historia le está ofreciendo una segunda oportunidad y tiene padrinos para orientarlo por el camino de la izquierda, de la esperanza y la construcción del bienestar: Alán, Mayra y Melchor.
¿Encontrará el equilibrio del que nos habla Chesterton en el epígrafe de esta columna? Esperemos que sí por el bien de Villa de Álvarez. Esta tierra que ha soportado todas las calamidades posibles y que cada trienio, desde hace 21 años, renueva su vocación de sufrimiento.
Al municipio le hace falta alguien que sea capaz de abandonar el ostracismo y la comodidad del despacho en la Presidencia Municipal –cualidad que Memo Toscano cumple- pero también le urge un alcalde que sea capaz de sacudirse a desarrolladores de vivienda sin escrúpulos y empresarios que han hecho de ese municipio su mina de oro.
De entrada, Memo aseguró en la víspera, en una entrevista con Max Cortés, que ya se desmarcó de quienes se acercaron a él con la promesa de ayudarle a cambio de favores en la municipalización de sus negocios inmobiliarios. Les dijo no y les advirtió que habrán de ponerse al corriente en el cúmulo de irregularidades que han cometido en contra del Pueblo.
Hagamos votos porque se mantenga y sea capaz de poner a la gente en el centro de sus acciones: ese es el tamaño del reto que Memo Toscano tiene frente a sí.