¿Colima más seguro? Datos, cifras y hechos en tiempos de la 4T

Durante años, el Estado de Colima cargó con un estigma doloroso: ser una de las entidades más violentas del país. Entre 2016 y 2021, Colima fue escenario de cifras alarmantes en homicidios dolosos, feminicidios, secuestros y robos. Una crisis de seguridad que se agravó por el abandono institucional, la corrupción y la impunidad que imperaron en gobiernos tricolores.
A tres años del rumbo trazado desde la Cuarta Transformación con el Gobierno de Indira Vizcaíno, se empieza a registrar un cambio. La estrategia de seguridad impulsada por el Gobierno de México, en coordinación con el Gobierno del Estado, ha comenzado a dar resultados tangibles. Y aunque los desafíos son muchos, los datos muestran señales de avance.
Homicidios dolosos: descenso sostenido tras años críticos
Entre 2016 y 2021, Colima llegó a encabezar la lista de homicidios dolosos por cada 100 mil habitantes a nivel nacional. El año 2017 se registraron 698 asesinatos, una cifra desproporcionada para una entidad con menos de un millón de habitantes y ahí comenzó un punto de inflexión lastimoso para nuestra entidad.
Hoy, según datos del Secretariado Ejecutivo, la incidencia de homicidios dolosos ha mostrado una tendencia a la baja.
En 2022 tras la escición del Cartel de Jalisco Nueva Generación y el grupo conocido como “Los Mezcales” Colima vivió un año complejísimo en materia de violencia homicida cuando se registraron 738 asesinatos; en 2023 la cifra ascendió a 792 y en 2024 a 750, lo que significa un decremento del 6 por ciento.
La tendencia a la baja no para ahí: durante los primeros dos meses de 2025, el promedio mensual de homicidios se ha reducido un 18% respecto al mismo periodo del año anterior. Aunque aún son cifras altas, representan un descenso progresivo que no se puede ignorar.
Como señalaba el experto Johan Galtung, pionero en estudios de paz, “la paz no es la ausencia de conflicto, sino la creación de sistemas que gestionen el conflicto de forma no violenta”.
En Colima, la estrategia de atención a las causas arropada por los Programas para el Bienestar, el impulso a obras de infraestructura, la mejora de la economía, la reducción de la pobreza y el impulso a programas de justicia educativa con una nueva presencia de combate frontal a la criminalidad comienza a complementarse y dar resultados integrales. Veamos algunos casos y revisemos cifras.
Feminicidio: de la invisibilización a nombrar los delitos por su nombre
Durante el sexenio anterior, los feminicidios eran minimizados o mal clasificados. En 2021, el último año de Nacho Peralta sólo se registraron como feminicidios 4 asesinatos de mujeres en Colima… los años previos, 2020, 7; 2019, 10; 2018, 12, a pesar de que en nuestra entidad estaba activa la Alerta de Violencia de Género promovida por el Gobierno de Enrique Peña Nieto.
Y aunque el recuento de esta cifra aumentó los primeros años del Gobierno de Indira Vizcaíno queda claro que ello se debe a una convicción personal: atender como feminicidio cualquier acto de violencia homicida en contra de mujeres. Ello ha llevado a un incremento de registros de feminicidios así como un aumento en las detenciones y sentencias en contra de feminicidas.
El caso más reciente, el de Alejandra y María José, por ejemplo concluyó en la vinculación a proceso del presunto responsable, pareja de una y padre de la menor, privadas de su libertad primero y luego asesinadas en condiciones ya conocidas por la memoria colectiva colimense.
La implementación de políticas de género, acompañamiento a víctimas y el fortalecimiento de fiscalías especializadas están marcando una diferencia.
Aquí cobra especial sentido lo dicho por Rigoberta Menchú Tum, Premio Nobel de la Paz: “La paz no es solamente la ausencia de guerra; mientras haya pobreza, racismo, discriminación y exclusión, difícilmente podremos alcanzar un mundo de paz.” El avance en justicia de género es parte de una búsqueda de paz estructural que antes se ignoraba.
Secuestro: de 18 casos por año a una tercera parte en época de la transformación
El secuestro es uno de los delitos más sensibles para la ciudadanía. Entre 2018 y 2019, Colima registraba entre 12 y 18 casos anuales. Desde 2022, las cifras se han mantenido en rangos de 5 a 6 casos por año. Esto no es casualidad: es resultado de una estrategia de inteligencia, coordinación entre fuerzas estatales y federales, y una mayor cercanía con la ciudadanía para denunciar sin miedo.
John Paul Lederach, referente internacional en asuntos de pacificación, decía que “la paz sostenible nace del encuentro entre la justicia y la verdad en las comunidades locales.” En cuanto a delitos como el secuestro, la confianza en las instituciones, que se había perdido, empieza a reconstruirse desde lo local gracias a sistemas que recogen de manera anónima las denuncias y a la efectividad operativa de los grupos de inteligencia dedicados a esto.
Robos: una batalla persistente con resultados positivos
En el rubro de robos, las estadísticas muestran matices. Mientras el robo de vehículos y a casa habitación ha disminuido cerca del 30% respecto al promedio anual 2016-2021, el robo a comercio y el robo con violencia han mantenido sus cifras, con ligeras fluctuaciones a la baja.
Sin embargo, cuando hablamos de la cifra absoluta de robos, en épocas de la 4T hay logros relevantes. Veamos.
En 2016, el primer año del Gobierno de Nacho Peralta se registraron 7 mil 779 robos en total; en 2017, 8 mil 336; 2018, fueron 8 mil 163; en 2019, 7 mil 547; al año siguiente, 6 mil 415; en 2021, el último año de Peralta se suscitaron 8 mil 048 robos.
Mientras que en 2022, el primer año de Indira Vizcaíno y el Gobierno de la 4T en la entidad hubo 7 mil 115 robos, al año entrante la cifra fue de 5 mil 684 y en 2024, los robos totales sumaron 4 mil 446. La reducción es considerable.
La lectura integral de estas cifras debe obligar a los Gobiernos Estatal y Municipales, especialmente, que aún hay áreas donde se necesita reforzar la presencia policial, mejorar el alumbrado público, e impulsar la organización vecinal. Como bien ha expresado la académica mexicana María Eugenia Suárez de Garay: “La violencia se desactiva con comunidad, no con represión.”
La inversión social, el arte en los barrios, la recuperación de espacios públicos y la educación con enfoque de paz son herramientas tan importantes como las patrullas. Ya lo decían los viejos adagios de colectivos culturales a inicios del 2000: Más Poesía Menos Policía, Más Música Menos Balas.
Colima avanza, pero no está exento de desafíos. Es indispensable seguir fortaleciendo la coordinación entre niveles de gobierno, ampliar la inversión en prevención social del delito con ejercicios como los Semilleros de Paz, las Ferias del Bienestar y los Diálogos Comunitarios que permiten cerrar filas con las y los colimenses de todos los estratos sociales.
La tranquilidad que anhelamos no llegará de la noche a la mañana, ni con varita mágica o fórmulas mesiánicas, quien diga lo contrario miente.
Cuando Andrés Manuel López Obrador sostiene que la paz es producto de la justicia, no sólo se refería a la simple y llana aplicación de la Ley sino a un ejercicio más profundo del Poder público, el que es capaz de redistribuir la riqueza, de replantear la forma en que se genera desarrollo y de crear oportunidades para aquellas personas que se han enfrentado históricamente a diferencias estructurales y complejidades que les han orillado a la marginalidad, por eso el humanismo mexicano ha entendido que la paz no se impone, se construye con justicia, con oportunidades y con esperanza.