En una entrevista radiofónica con Roberto George y Jesús Martínez de La Bestia Grupera 90.5 F.M., la presidenta municipal de Colima, Margarita Moreno de Noriega, decía con todo el abolengo que le caracteriza que había escuchado en una conferencia magistral -promovida por ella misma a través del Ayuntamiento que dirige- que las condiciones externas, los problemas estructurales de las colonias, “el código postal”, las circunstancias familiares, “si tienes o no dinero”, no debería afectar la forma en que -desde joven o niño- ves la vida. Y que, por el contrario, como establecen los cánones del modelo neoliberal, “debes echarle ganas” para salir adelante y ser quien quieres ser. Una posición frívola, simplista y carente de conciencia de clase de la alcaldesa capitalina. Postura que, además, retrata de cuerpo entero la forma en que se ha conducido en la administración a su cargo.
Pero, ¿qué se podía esperar de alguien que jamás ha padecido una carencia?, que nació -como dicen algunos de sus defensores en redes sociales- en colcha de seda, recostada en almohadones de ganso canadiense y en un colchón sostenido con fajos de billetes al estilo de Walther White en una vieja e inhóspita bodega de Nuevo México.
El lenguaje, la forma de ver la política, la manera de entender la realidad que vivimos en la ciudad de Colima de Margarita Moreno sintetiza la perpetuación de los intereses de quienes han especulado con vivienda, con obra pública, con negocios leoninos durante los últimos 30 años, la mafia del poder colimote, y normaliza la diferencia porque, como dice el clásico, “el pobre es pobre porque quiere”.
Para Margarita Moreno y su equipo basta con decir que mientras en el norte “nos vaya bien” no es necesario voltear al sur donde viven quienes proveen la mano de obra para “nuestros negocios y los servicios de nuestras casas”. Al fin y al cabo, una conferencia con el hijo del mayor capo de la droga en el Mundo vendrá a resolver todos los problemas estructurales que tenemos en Colima: por decreto, ya lo dijo la alcaldesa, basta con no querer ser pobre para cambiar de código postal al 28017.
Así habla, así entiende la vida la alcaldesa que ha llevado a niveles históricos el endeudamiento del Ayuntamiento de Colima y que ha utilizado los recursos destinados a abatir el rezago social para pavimentar la avenida por donde pasa todos los días cuando se dirige al trabajo o para levantar una rampa con la que sus vecinos de cuadran en la casa paterna, entre Primo de Verdad y Sevilla del Río, puedan entrar al templo con comodidad los domingos para expiar sus culpas.
Mientras tengamos una alcaldesa como Margarita quienes viven en la periferia y en el olvido deben saber que todos los días cuando ella se levante, están en sus manifestaciones de buenos deseos; en las “buenas vibras” que les dedica mientras se mira en el espejo; la raza del oriente, del sur y del norte no aburguesado tienen seguro que con 3 conferencias de “echaleganismo” se acabaron las diferencias estructurales de nuestra ciudad; que basta con haber escuchado a Sebastián Marroquín y tus máximos deseos para que salgas de jodido y que tus hijos o hijas tengan la oportunidad de practicar en la Suprema Corte, de vivir en Texas y estudiar allá, o que el día menos esperado saldrás al balcón de tu mansión en Las Parotas para tomar el té y decirle a tu pareja: qué bonita se ve Colima desde aquí.
Échale ganas colimote, con eso basta, dice tu alcaldesa, Margarita Moreno de Noriega.