Opinión

Viaje de las Ideas: La pandilla de gobernadores del bando del pasado corrupto, en Colima.

Juan José Gómez Santos

 

Los gobernadores confabulados para dizque enfrentar las nobles e históricas acciones de transformación nacional que emprende el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, se habrían reunido en alguna cueva este viernes en Colima, liderados por el gobernador Ignacio Peralta Sánchez que así demuestra su pobreza de capacidad política, con tan mala fe y en forma dolosa que, malagradecido con los apoyos financieros que el Gobierno federal destina a miles de familias colimenses, participa de una pandilla en contra de la Cuarta Transformación.

No entiende Ignacio Peralta y los gobernadores, de Jalisco, Enrique Alfaro y de Michoacán, Silvano Aureoles, que son otros tiempos de gobernabilidad; que ahora mandan instituciones libres y democráticas, con un Gobierno federal cuyas políticas son la transparencia, la honestidad, la justicia social. Ignoran estos tres gobernadores que ya no hay moches, y que ahora el dinero social va a la gente y no a costalillos donde los gobernadores antes los manejaban a su capricho con uñas largas.

La cuestión por la que se alborotan estos gobernadorcillos, tiene su origen en su propia torpeza, de no entender que -como nunca en la historia de los últimos gobiernos federales- ahora hay uno que cuida de las instituciones y que administra con honestidad y capacidad los recursos. Pero, también, ese turismo faccioso, de estos gobernadorcillos flojos, broncos y rebeldes contra un gobierno legítimo cuyas acciones son enormes por su impacto social y revolucionario en favor del pueblo mexicano y de sus instituciones; lo que busca es hacer mella en el gobierno de Andrés, creyendo, ingenuamente, que así debilitarán el avance progresista de la Cuarta Transformación.

Quieren que les dé un mejor trato el Gobierno federal, alegan; pero ese trato lo condicionan a que les dé dinero a manos llenas y que se les entregue directamente a ellos. Ese es uno de los objetivos de esa pandilla, liderada por el ingrato Ignacio Peralta Sanchez, el gobernador con el ranking más bajo en los niveles de aceptación, se encuentra al fondo, cuestionado y con serios expedientes de implicación por corrupción y mala administración. Cuando circule mi artículo este viernes, estos tres gobernadores de Colima, Michoacán y Jalisco, que no tienen respaldo de sus pueblos, donde el presidente López Obrador alcanza el 70 por ciento de aprobación; estarán seguramente escanciando caros vinos y hundiendo el diente a langostas exóticas y postres romanos que pagaremos los ciudadanos. No vienen a trabajar, vienen a dar de brincos sin ton ni son, porque a diferencia de la visión fifí y neoliberal de estos mozos de las empresas generadoras de electricidad, el gobierno federal defiende la empresa pública y combate la corrupción que en ella dejó el gobierno de Enrique Peña Nieto, a quien estos gobernadores añoran, seguramente por la nostalgia del reparto de la corrupción.

Hace días, cuando empezaron a dar de brincos torpes y sin ton ni son, Nacho Peralta seguramente les preparó un posicionamiento para ir en contra de (¡oh, my God!) de un acuerdo que fortalece a la Comisión Federal de Electricidad y que se mete de lleno a combatir la corrupción y los privilegios de las empresas transnacionales generadoras de energía eléctrica, de grandes negocios donde sacaron tajadas enormes los corruptos funcionarios del gobierno de Enrique Peña Nieto, a raíz de la Reforma Eléctrica del 2014.

Afortunadamente, esta servidumbre fifí de las grandes empresas, que son los gobernadores abajo -muy abajo- firmantes del manifiesto que prácticamente pide al gobierno federal que deje intacta la corrupción en las empresas generadoras de electricidad limpia -según ellos- se topó con un personaje de férrea conducta política, tenaz critico de la privatización y de la corrupción en el manejo de los energéticos fósiles y de las energías renovables; como lo es Manuel Barttlet, que tiene todo el apoyo del presidente en este desenmascaramiento de la corrupción y los privilegios con que se despacharon, a manos y uñas llenas, los tutores de estos gobernadores que hoy se dan topes contra la razón y la legalidad y el pacto federal. Han de pensar que el presidente no los conoce ni al sistema que los mal educó en la vida pública.

Si alguien conoce la corrupcion porque la ha estudiado a fondo, es el presidente López Obrador, y sabe de que pies y uñas cojean y agarran estos vagabundos gobernadores que pareciera que son 6 personajes en busca de un moche.

El presidente López Obrador es un gran líder que en estas circunstancias de la pandemia mundial es ejemplo y referente de una nueva orientación a la gobernabilidad, en cualquier sistema político: el bienestar de la gente antes que todo.

Y también es un hombre que se conduce con la razón y la buena fe, tanta como para entender el comportamiento de estos 6 personajes en busca de dinero, una debilidad o adición de los gobernantes del cuño del régimen de la corrupción del pasado.

PUNTO Y RAYA

La pandemia se agrava en Colima, necesario reforzar las medidas preventivas.

Día tras día nos amanecemos con que el número de positivos de COVID-19 va en aumento, y ya no se observa la precaución inicial, aquella cuando nos cuidábamos de que llegara el primer caso; sino que ahora que ya van más de 100 casos, hay un grave relajamiento en el cuidado, como se reveló recientemente por parte de la Secretaria Federal de Salud, donde los colimenses obtuvimos el irresponsable primer lugar de riesgosa movilidad.
Ciertamente, el problema de salud que enfrenta el mundo, Mexico y Colima, requiere de tener una gran conciencia colectiva responsable. En los próximos días se liberarán algunas actividades orientadas con un protocolo estricto, que deberá cumplirse a cabalidad, porque la enfermedad esta llegó para quedarse y modificará nuestra normalidad de vida que llevábamos hasta antes de que apareciera este virus.

Una de las medidas que deben reforzarse, convenciendo a la gente, es el uso de cubrebocas, nariz y ojos. Y exigir que los prestadores de servicio la porten. Lamentablemente, la Secretaria de Salud y la de Movilidad, del Gobierno del Estado, no han podido coordinarse y lograr un acuerdo con los concesionarios y trabajadores del volante del servicio público de transporte, que debe incluir al privado, por supuesto; para que los choferes usen obligatoriamente el cubrebocas.

Aparte de supervisar que los taxistas y choferes de camiones urbanos, suburbanos y foráneos que llegan al estado, porten la mascarilla protectora; deben existir inspectores sanitarios que vigilen que se acata esta disposición preventiva, así como que el cupo esté regulado por la sana distancia.

Además, deben sanitizarse todas las unidades y que el acceso de los pasajeros, no se permita si estos no portan también cubrebocas. En la nueva normalidad de vida, esto ayudará mucho a salvar vidas.

¡Hasta la próxima!

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