Opinión

Territorio femenino: Corresponsabilidad de género, una tarea pendiente

Por Ana Karen Hernández

 

Hablar de corresponsabilidad implica tocar uno de los temas en los que menos se ha avanzado en la lucha por eliminar las distancias en la brecha de género. Para empezar, debemos reconocer que, en el hogar, -nuestra casa común-, los avances hacia la paridad, en la corresponsabilidad doméstica y familiar, están siendo muy escasos y mucho menores que en otros ámbitos. Como si los principios de igualdad desaparecieran cuando cruzamos el umbral de nuestras casas. Ahí adentro, el tiempo aún parece detenido. 

 

Y es que el patriarcado estableció un modelo basado en el reparto del trabajo productivo y reproductivo. Asignó el primero a los hombres, con el consecuente reconocimiento social y económico, y el segundo a las mujeres, con su respectivo menosprecio, sin ningún tipo de valor social ni remuneración. 

 

A pesar de que las conquistas femeninas han crecido. El hombre mantiene su privilegio y la mujer debe luchar por su igualdad, mientras sigue dedicada a las labores del hogar. Al hombre poco le interesa contribuir al equilibrio de casa y su participación en las tareas aún es insuficiente. 

 

Así, los cambios sociales vividos en los últimos años por parte de las mujeres para tener independencia económica y un papel importante en el mercado económico y productivo no se han visto equilibrados con un movimiento de los hombres hacia las responsabilidades familiares y domésticas.

 

Las mujeres ganamos espacios y, mientras las responsabilidades crecen, la corresponsabilidad de hombres en el cumplimiento de tareas domésticas, sociales y culturales es insuficiente. Algo estamos haciendo mal. 

 

Hoy es importante reconocer que hemos construido importantes avances en términos jurídicos para alcanzar la paridad total. El papel de las mujeres fuera de casa cada vez es más reconocido. Pero dentro: las brechas siguen siendo las mismas o incluso se profundizan. 

 

Lo que sigue ahora es un proceso de reeducación. La ruptura cultural con el modelo establecido, proceso en el que los hombres y también las mujeres somos corresponsables. 

 

Aquí, es fundamental que los hombres asuman responsabilidades domésticas y familiares no sólo como un acto de justicia necesaria; sino porque hacerlo tiene beneficios obvios para ellos, ya que adquieren un conjunto de habilidades y conocimientos que dan autonomía y libertad personal, que es una cuestión básica e imprescindible para cualquier persona.

 

Ser corresponsables de verdad implica una transformación personal pero también colectiva y social, es decir, estructural. Es necesario replantear modelos en los que las tareas de casa no sean vistos como una actividad exclusiva de las mujeres.

 

¿Por qué? Porque es necesario romper con el modelo de masculinidad hegemónica impuesto por el patriarcado, visibilizando masculinidades alternativas. Porque otra manera de ser hombres es posible y necesario. 

 

El proceso será lento. Como lo ha sido poder alcanzar escenarios de paridad total en nuestro marco jurídico y, sobre todo, en los ámbitos de desarrollo para nosotras las mujeres. Lo que sigue es nuestra casa y si en casa no hay equilibrios tampoco los habrá en las calles. La paridad es corresponsable y comienza en el corazón de nuestras familias.

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