Opinión

Sin ideas

Por Federico López Ramírez

Trece integrantes de Signos Vitales fundada durante el gobierno de Lòpez Obrador recibieron mediante consultorìas y empresas, de las que forman parte, por lo menos 188 contrato públicos por màs de 780 millones de pesos en el gobierno de Enrique Peña Nieto. María Amparo Casar, Jaime Zabludovsky, Luis Carlos Ugalde, Luis de la Calle, Miguel Székely y Carlos Mancera tienen en común ser fundadores de Signos Vitales, la asociación civil que acusa al Presidente Andrés Manuel López Obrador de destruir a México y llevarlo al totalitarismo, pero también los unen los millonarios contratos que recibieron del gobierno de Enrique Peña Nieto y que perdieron en el actual. Pero también recibieron contratos de Peña Nieto: Edna Jaimes, articulista de El Financiero; Carlos Elizondo Mayer Serra, consejero de Petróleos Mexicanos (Pemex) con Vicente Fox; Alejandro Poiré, secretario de Gobernación con Felipe Calderón, todos miembros del “comité asesor de especialistas” de Signos Vitales.

Todos los anteriores intelectuales también tienen en común hacer equipo con Hèctor Aguilar Camìn, Federico Reyes Heroles, Enrique Krauze y Jesùs Silva Herzog-Màrquez, entre otros, para asesor a la oposición. Va por Mèxico cuyo esquema político se reprodujo a lo largo y lo ancho del país y recogió las ideas de estos intelectuales que pretenden hacer un frente amplio para derrotar a la Cuarta Transformaciòn; sin embargo, lo que los ha unido, últimamente, es el fracaso.

Sus estrategias están coaligadas con los locutores de radio y televisión, ademàs de integrar a miembros de la farándula y el chisme de los medios masivos de comunicación. Todos unieron sus fuerzas pero al final, y hasta el dìa de hoy, su signo de convergencia ha sido, contundentemente, el fracaso.

Son los intelectuales que creaban la narrativa de lo que denominaron la democracia mexicana que iba bien si ellos opinaban que asì era. Eran los creadores de los consensos, eran los tejedores de la urdimbre màs fina del viejo régimen. Ellos mismos despreciaban a los lìderes charros, a los dirigentes del partido y a todos los políticos de ras de tierra; sin embargo, hoy la realidad demuestra que no era asì la verdad. Los verdaderos artìfices de los consensos políticos eran los lìderes charros, los dirigentes del partido y los operadores del IFE (hoy INE). Ellos, los intelectuales, inventaban una narrativa que resultò ser puro oropel que vendìan al jefe del Estado en turno como oro de verdad.

Hoy sabemos documentadamente que los intelectuales no produjeron y siguen sin producir ideas. Estos señores que cobraron a precio de oro sus ideas, “forjadoras de consensos”, resultaron ser unos vividores del presupuesto y estafadores de la buena fe. Pero lo peor de ellos es que no hacían lo que deberían haber hecho desde un principio: pensar y producir ideas. Llevan dos años y diez meses sin producir una sola idea exitosa para la oposición, solo han producido a granel estupideces. Lo que mejor saben hacer, o dicen que saben es hacer, es pensar y producir ideas; sin embargo, hoy no producen ideas ni nada parecido, digamos ideología u ocurrencias. Son un fraude. De intelectuales solo tienen el nombre.

Cobraban millones para no producir nada. Hoy queda claro porque entonces los lìderes charros y los corruptos dirigentes de los partidos eran protagónicos, a pesar del desprecio de los sesudos intelectuales, de la vida política nacional. Hoy por esto también entendemos mejor porque las policías, granaderos y el Ejército eran los principales actores contenedores de la protesta ciudadana motivadas por causa de las fallidas políticas pùblicas.
Los autodenominados intelectuales y hoy conocidos como los abajofirmantes han demostrado que no saben pensar ni producir una sola idea mìnima exitosa: son un fracaso mayúsculo.

Dios me libre de ser un intelectual. Mejor perro. O dicho de otra forma, antes perro que intelectual, con el debido respeto a los nobles canes.

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