Opinión

‘Que no nos vengan con cuentos’ por Pedro Miguel


Hay regiones del país en las que el narco es el principal generador de empleos. La ausencia del Estado durante décadas permitió que la delincuencia hiciera una base y un tejido social en Sinaloa y en otras entidades.

En esa y otras entidades, el narco es mucho más que capos y matones. Hay familias enteras y negocios involucrados; hay menores (los «halcones»), jóvenes y viejos, mujeres y hombres que son base social de los cáreles y de sus brazos armados.

El empecinarse en la captura de Ovidio Guzmán, hijo del Chapo, habría dejado decenas, cientos o miles de muertos en Culiacan y no habría sido posible limitar las bajas a los combatientes. Un combate de esa escala en una ciudad habitada causa obligadamente muertos y heridos entre la población.

Con estos antecedentes, ayer se presentó en Culiacán una disyuntiva cruda: renunciar a la captura del supuesto delincuente o perpetrar una carnicería. En plena congruencia con la Estrategia Nacional de Paz y Seguridad se optó por la primera y lo celebro.

Este gobierno está dedicado a construir la paz, no a diezmar a la población ni a ejecutar acciones de exterminio como las perpetradas por Felipe Calderón y Enrique Peña en Ciudad Juarez, Michoacán, Guerrero, Veracruz y Michoacán, por mencionar los casos más graves.

Ni la Guardia Nacional ni las Fuerzas Armadas están orientadas a prolongar una guerra interna criminal y estúpida, sino a reconstruir la seguridad pública. Pero esa tarea se realiza primordialmente con medios distintos: la lucha contra la corrupción, la impunidad y el lavado de dinero, el restablecimiento de la legalidad, el respeto a los derechos humanos, el cumplimiento de los derechos al trabajo, la educación y la salud, la regeneración ética de la sociedad, dignificar las cárceles y cambiar el paradigma de la lucha contra las adicciones. Esa estrategia no rendirá frutos en 11 meses y menos de la noche a la mañana.

Vicente Fox dejó ir al Chapo a cambio de una suma millonaria. El actual gobierno dejó ir al hijo del Chapo para detener una batalla que habría dejado decenas o cientos de muertos en ambos bandos.
Es la mejor decisión que pudo tomar.

Por mi parte, prefiero a un presunto criminal libre que regresar al Estado criminal del pasado reciente.

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Pedro Miguel es editorialista del Periódico La Jornada.

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