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La inseguridad es también un asunto político

Por Federico López Ramírez

En seis estados de la República se concentra el 50.4 por ciento de los homicidios dolosos de todo el país:  Guanajuato, con mil 545; Baja California, con mil 341; Jalisco, con mil 095; Estado de México, con mil 084; Michoacán, con mil 084; y Chihuahua, con mil 027. Estos son los principales estados que acumulan las cifras más altas de este delito. De esas seis entidades, cinco están gobernadas por políticos pertenecientes a la Alianza Federalista opositora al Gobierno de México.

Particularmente en Guanajuato se cometen el 15 por ciento de los homicidios del país y en ese estado el procurador lleva doce años en el cargo.

La inseguridad que, a todos lastima y ofende, es políticamente alentada por la Alianza Federalista de gobernadores y en general por toda la oposición que ha encontrado, en la defensa de la corrupción,  la inseguridad y el sabotaje de todo programa de gobierno, su agenda política para enfrentar al Gobierno de México.

El Ejecutivo federal, en forma directa, ya le hizo un llamado al gobernador panista de Guanajuato para que corra al procurador porque los resultados del combate a los delincuentes son pésimos.

Los gobernadores en general han entendido la soberanía de los estados como cotos personales donde ellos han hecho lo que quieren y, sin rendir cuentas a nadie, -pues ellos controlan las cámaras locales de diputados- la delincuencia organizada los ha rebasado. Así, quienes han pagado las consecuencias son los habitantes de los estados más descontrolados. Soberanía estatal significa, para ellos, la libertad de permitir delinquir a quienes ellos les otorguen permiso. Eso es la soberanía  para ellos. Autonomía para otorgar, controlar y definir quiénes tienen anuencia para delinquir en su coto de poder, en sus territorios de control.

Colima desde que Peralta Sánchez asumió el poder se encuentra en los primeros lugares de homicidios dolosos y feminicidios. Y el procurador sigue allí.

A la luz de los resultados, que presentan las estadísticas oficiales, los estados donde los gobernadores están más ocupados en la politiquería y en hacer negocios privados es donde el crimen se dispara.

Ojalá que el relevo de los mandos de los 15 ejecutivos locales sea para bien y, particularmente, donde ganó Morena se pongan a trabajar por la paz y la seguridad.

La lógica indica que tendrán que trabajar coordinados con el Gobierno de México e impulsar una estrategia única. A lo largo de los próximos años veremos cuáles gobernadores son fieles a la Cuarta Transformación y cuáles simplemente simularon ser de izquierda para conseguir el hueso. La realidad los pondrá en su sitio.

En Colima no existen buenos augurios, pues Morena al aliarse con el Panal y el Partido Verde no presagia un cambio de fondo.

Viendo hacia adelante se podrá valorar la importancia de desarrollar la política regional y respetar el desarrollo y maduración de líderes locales que tengan la calidad moral para conducir sus estados. Hasta ahora sigue siendo el centro quien impone candidatos –de derechas o de izquierda- lo que niega el desarrollo regional de verdaderos líderes.

Lo que tenemos actualmente son burócratas con poder prestado que terminando siendo verdaderos monstruos eclécticos que con el pretexto de ampliar su base social de apoyo se alìan con Juan Cuerdas. Colima es un ejemplo de esta forma de operar, al asimilar Morena al Panal y al Partido Verde, sin importarle que de facto se está aliando con el Prian.

La sociedad debe estar muy atenta para continuar impulsando cambios y, hoy en día, la aplicación de las estrategias de seguridad que den un respiro a la sociedad colimense, pues ya está agobiada con la inseguridad que los políticos no ven ni escuchan, pues voltean a otro lado.

La inseguridad es ya un tema de preocupación cotidiana que solo tendrá solución con el involucramiento de toda la sociedad, pues los políticos en Colima no están dispuestos a hacerlo, ellos andan muy ocupados en cómo hacerse de parte del botín.

La inseguridad en Colima es un asunto político y técnico que, al parecer, nadie quiere enfrentar. Los habitantes lo vamos encarar y los políticos se verán rebasados, ese parece ser el destino inmediato de nuestro estado.

El poder está destinado a desconcentrarse, pues sin líderes regionales no hay políticas públicas que se arraiguen y tengan más probabilidades de éxito.

Los burócratas no sirven para transformar, solo sirven para administrar la inercia.

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