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Opinión – Brasil. El silencio de Bolsonaro

Por: Carlos Ramiro Vargas

A dos días de haberse realizado la elección presidencial brasileña, el pasado 30 de octubre, el aún presidente Jair Bolsonaro, -del partido social liberal, PSL-, no ha reconocido explícitamente su derrota en esta tan reñida segunda vuelta, ni felicitado como es costumbre al vencedor, Luis Ignacio, Lula da Silva, del partido de los trabajadores, PT, quien derrotó al tropical émulo de Donald Trump con el 50.9 de los votos computados contra 49.1 del populista de derecha y apologista de las dictaduras militares del cono sur, del siglo pasado.

Cabe apuntar, que las condiciones en las que la izquierda hoy centrista, representada en el 

PT, no son para nada semejantes a las de los años en los que Lula ejerció el poder presidencial de enero del 2003, a diciembre del 2010. O incluso su continuadora, en la presidencia, Dilma Rousseff, quien gobernó Brasil del 2011 al 2016. 

Y es que pese a los grandes logros del PT en el poder, como el haber sacado de la pobreza a 40 millones de brasileños formando una nueva clase media, colocando a la economía del gigante verde como la sexta del mundo, en términos brutos, o el haber situado a destacadas universidades brasileñas entre las mejores de América Latina; los procesos de descomposición y corrupción en los que cayeron muchos de los más importantes colaboradores de Lula y dirigentes del PT, en todo este periodo, contribuyeron de modo superlativo para el ascenso a la presidencia del francamente fascista, Jair Bolsonaro, en las elecciones del 2018, y el masivo rechazo a todo lo que huela al PT o movimientos socialistas de izquierda.

No de otras forma se puede entender el apoyo de la mitad de los electores, a Jair Bolsonaro, quien en estos cuatro años en el poder, no cesó de implementar una masiva campaña de desprestigio continua, contra Lula y las reivindicaciones del PT.

Pues para mantener aún, una actitud de reto con su silencio político, -ante los resultados de las urnas-, cuenta con el apoyo de las oligarquías agro/ganaderas del país, -quienes han devastado en los últimos años con incendios nunca vistos al Amazonas-, parte importante de las clases medias altas, como se demuestra con el triunfo del PSL en la gubernatura del estado de Sao Paulo, segmentos significativos de la élite militar del considerado el décimo ejército del mundo, y millones de pobres e ignorantes fanatizados y evangélicos, por la propaganda antipetista y antisocialista de semejante presidente, directamente responsable del incendio de millones de hectáreas en las selvas brasileñas y de la muerte de 700 mil de sus conciudadanos, por no tomarse en serio, la extrema gravedad de la pandemia global del covid 19.

Asesorado por el ex ideólogo de cabecera, de Donald Trump, Stephen Bannon, impulsor éste de los movimientos de extrema derecha más relevantes del planeta; el silencio de Jair Bolsonaro, puede ser el preámbulo de un boicot con carácter insurreccional a la victoria del PT y de Lula, a sabiendas de que el PSL logró mayorías claras tanto en la cámara de diputados, como en el Senado, así como en nueve gubernaturas ubicadas en los estados más ricos del Brasil, por cinco del PT.

Por el momento, el movimiento bolsonarista de camioneros o traileros, tiene paralizado a medio país al bloquear las carreteras más importantes de esta nación, en protesta por el triunfo de Lula.

Sin minimizar que el sector de los agro/ganaderos que han hecho de los incendios provocados en el Amazonas una manera de ampliar de modo ecocida e inaceptable, la frontera agrícola brasileña, están dispuestos a tomar las amas para evitar que Lula presidente, tome medidas radicales para detener la destrucción diabólica de las selvas, del Amazonas.

Por tanto, uno de los factores de índole psico/política determinantes en este tercer arribo de Lula, al poder presidencial, fue el temor de la mayoría de los brasileños por la deriva fascista que estaba tomando su gran país, con Bolsonaro en el poder.

Un segundo factor, que no olvidó el pueblo, han sido los más de 700 mil muertos por Covid 19, que Bolsonaro desatendió oponiéndose a las cuarentenas decretadas por los gobiernos estatales, junto con el retraso criminal en la compra de las vacunas y su promoción de medicinas no aptas, para combatir la pandemia. 

El factor Jefferson, provocó el repudio de los ciudadanos progresistas de Brasil, pues recordemos que el domingo de las elecciones, el exdiputado Roberto Jefferson, cercano a Bolsonaro, enfrentó con disparos de arma de alto poder y granadazos a los policías que iban a detenerlo, por orden judicial. 

El voto masivo del nordeste brasileño a favor de Lula y de su política hacia los más necesitados, fue un cuarto factor que hizo posible este histórico triunfo.

La capacidad de alianzas de Lula no es un factor a menospreciar, y el haber incluido a Geraldo Alckmin, adversario centro/derechista de Lula en las elecciones del 2006, logró que sectores de clase media conservadora, no fascistas, se acercaran al PT. El apoyo del ex presidente social/demócrata, Fernando Henrique Cardoso, y de la ambientalista Marina Silva, operaron en la misma dirección.

Tomando en cuenta que 65 millones de brasileños, la tercera parte de la población, se declaran evangélicos protestantes, Lula pudo desactivar la campaña de odio bolsonarista en su contra, divulgando la mentira de que Lula cerraría sus iglesias. 

Y precisamente, durante la última semana de su campaña, Lula se dedicó a acercarse a este segmento de votantes a través de una carta en la que desmentía todas las mentiras de Bolsonaro, al respecto. 

Lo que le permitió ganar una tajada de este importante segmento de votantes, a favor de su candidatura y del PT.

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