Opinión

No usen el nombre de nuestra hija

Por Federico López Ramírez

La sociedad colimense se indignò, con sobradas razones, por la muerte de una joven maestra; sin embargo, la familia pidió no usar el nombre de la joven para manifestarse en forma pùblica o política.
No usen el nombre de nuestra hija, fue lo único que pidieron los padres de la joven a la sociedad colimense; sin embargo, los activistas y opinadores, sin espíritu, ignoraron la solicitud e importándoles muy poco su dolor, en la manifestación del miércoles por la tarde y algunos opinadores en medios y redes, usaron el nombre de la chica para demandar justicia al gobierno del estado.

¿Es vàlido ignorar la solicitud de la familia de respeto a su dolor y privacidad?
Una madre nunca supera la muerte de un hijo. Eso lo tengo muy claro. Mi madre nunca pudo superar el dolor de haber perdido a su hijo. Hasta su muerte llevò presente la ausencia de su hijo.

Entre enemigos jurados a muerte, de personas bien nacidas, se pueden desear todo entre ellos, menos, que sufran la pèrdida de un hijo. Hay lìmites.

Los hombres y mujeres que piden justicia por el asesinato de un miembro de la sociedad en general, o de una mujer en particular, están haciendo lo correcto, están del lado correcto de la historia y del lado que nos vuelve humanos y mejores. Ignoro si finalmente la familia otorgò el permiso para que usaran el nombre de la chica, pero públicamente no conozca ninguna autorización explìcita para usar su nombre.

Es una làstima que estos hombres y mujeres valientes que, exigen justicia, ofendan a una familia que lo único que pidió fue respeto a su dolor.

Quizàs cientos o miles de mujeres y hombres han sido matados y sus familias no han recibido la solidaridad que merecían, y en la privacidad del seno familiar, enterraron a su familiar sin que nadie les tendiera una mano, el hombro para llorar o un abrazo fraternal.

Por lo anterior expresado, las manifestaciones de los hombres y mujeres que se pronuncian públicamente demandando justicia adquiere mayor valor.

Sin embargo, en el caso de la joven recientemente fallecida y abandonada en el Canal de la muerte se equivocaron y ofendieron a la familia al haber ignorado su petición de usar el nombre de la chica y aumentaron su dolor, sin pretender hacerlo intencionadamente –lo supongo-.

Defender el derecho a decidir sobre su cuerpo, de optar por la sexualidad con libertad y defenderse de la violencia de los violentos es una libertad que no tiene precio, pero eso no los autoriza a ofender a los padres dolidos que piden algo muy simple, su derecho a ser respetados en su pena. Respetarnos entre nosotros es urgente. Insultar, ignorar, faltar al respeto y agredir es una fácil y falsa salida.

Las organizaciones civiles ojalà, en el futuro tengan màs en cuenta el dolor de las víctimas y no se vuelvan, involuntariamente, en magnificadores del dolor de los deudos de las vìctimas. Respetar a la familia en duelo los reivindica con mayor valor humano y, de ninguna manera, los sitùa en el terreno de la claudicación.
Tal vez nos hace falta algo muy simple y exento de soberbia: ejercer el respeto.

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