Opinión

Opinión – Las tóxicas posiciones de AMLO, presidente

Por: Carlos Ramiro Vargas

De la confrontación del presidente AMLO, con el reconocido periodista, Jorge Ramos, acaecida hace unos días, en una de las tantas sesiones de la ya conocida Mañanera,  se derivan varias lecciones, que son de suma importancia para aclarar qué nos depara a los mexicanos, tanto en términos de seguridad nacional, como en términos de qué tanto podemos avanzar en la construcción de una democracia, plena y deliberativa, construyendo procesos de paz y sustentada en argumentos racionales y no en ocurrencias o caprichos hepáticos.

Pues cuando Jorge Ramos interviene, mostrándole al presidente cómo es que su gobierno, ya es el más violento de toda la historia contemporánea de México, con 126 mil, 206 asesinatos dolosos, por 124, 478, con Peña Nieto y 121 mil, 683, en el periodo panista de Felipe Calderón, sustentado en datos del propio secretariado ejecutivo en materia de seguridad o de la misma secretaría de la defensa, nacional, AMLO presidente, simplemente niega llanamente la realidad.

Aduciendo desde el podio presidencialista y cada vez más autoritario de su poder, que él “tenía otros datos”, para luego mostrar un cuadro estadístico año por año de los previos periodos de gobierno, tanto de Felipe Calderón como de Peña Nieto, con los que intentó demostrar lo indemostrable, que en su mandato la violencia está disminuyendo a una tasa del diez por ciento. 

Es decir, que Jorge Ramos estaba equivocado, y que había una tendencia a la baja en el número de crímenes, en esta fase casi última de su mandato. 

No pudo hacerlo. 

Porque tenemos la cifra de 84 asesinados diarios, algo nunca visto en nuestra historia patria en épocas de supuesta paz.

Y como es su nefasta costumbre, AMLO recurrió luego a su falsa retórica revolucionaria, sosteniendo que a los conservadores, por no decir reaccionarios, les conviene difundir este tipo de información supuestamente falsa, con la aviesa intención de dañar los “logros” de la 4T.

También apuntó que es el presidente mexicano que más tiempo le dedica al problema de la inseguridad, y la violencia, teniendo reuniones diarias con sus asesores en el tema, y que además su estrategia de seguridad “marcha bien”, dado que su gobierno está atacando según él, las causas subyacentes de  este cúmulo de asesinatos, para luego rematar que se siente seguro con su propia consciencia.

Pero psicológicamente hablando, la negación que AMLO hace de la cruda realidad, por todos padecida, nos habla de una personalidad muy adicta al poder, capaz de mentir en algo tan extremadamente grave, como es semejante crisis de violencia e inseguridad. 

El asunto se agrava por ser el individuo con más poder en México. 

Llegando a niveles de esquizofrenia y necedad psicóticas al sostener, contra toda realidad que su supuesta estrategia de “abrazos, no balazos”, va por el camino correcto.

Aunque para el 2024, año en que tendrá que dejar el poder omnímodo y presidencialista, los asesinados a mansalva serán entre 195 y 200 mil.

Este preocupante y tóxico ejemplo de cómo evadirse de la realidad, con tal de salirse con la suya, creyendo en sus propias mentiras, marca una pauta enfermiza a todas luces, psicológica y políticamente hablando, para ser imitada por todos los gobernadores de Morena en el país, vulnerando con ello la posibilidad de fortalecer una cultura democrática y deliberativa, y no pretendiendo torcer la realidad desde sus anacrónicas prácticas de poder.

Y al negar la realidad lo que se encubre es el Genocidio mayúsculo que padece México, negando la existencia de una cuasi guerra civil de todos contra todos, con lo que se anula la posibilidad de construir un proceso de pacificación, similar al colombiano; proceso que se sustentó por cierto, en toda una pedagogía para la paz*, que por definición, impide la mentira  sistemática emanada en este caso, desde las cumbres del poder, del Tlatoani presidencial, como método de debate y discusión públicas.

Grave resulta también, que en el terreno de la rebelde realidad, respecto a los falsos discursos políticos, la narco/guerra/civil continúa creciendo, tanto en el caso del estado de Colima, como en Jalisco y especialmente Michoacán, donde el enfrentamiento para/militar entre los cárteles combatientes, -con unmuy alto poder de fuego-, ha implicado muchas veces, la neutralidad cómplice del ejército y la Guardia Nacional, con uno u otro de los cárteles involucrados.

En medio de una inutilidad mayúscula de las policías municipales y estatales, de las Fiscalías supuestamente de justicia, así como de la mayoría de los ministerios públicos a nivel nacional.

En ese sentido no es gratuito, que desde hace años, en Colombia, se fijó como política de Estado, suprimir a tal tipo de policías vueltas verdugos del narco/poder, estableciendo una Policía Nacional Única, que tantos logros le ha dado a la tercera nación con mayor bio/diversidad del planeta.

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