Opinión

Un suicidio no enjuiciar al general Salvador Cienfuegos

Por Federico López Ramírez

 

“Que se regrese a Cienfuegos y luego, no hacer nada, sería un suicidio”, así, textualmente, lo dijo Marcelo Ebrard en la Mañanera.

La clave del documento en la que el fiscal norteamericano  pide a la juez Carol Amon la desestimación de los cargos es muy preciso cuando dice que la solicitud apela a asuntos superiores de Estado (entre México y EE.UU.), y en el documento, firmado conjuntamente entre la Fiscalía de EE. UU. y la Fiscalía General de la Republica de México, se dice que, nuestro país, tendrá que enjuiciarlo con base en las pruebas documentales que ya se le entregaron a la Secretaría de Relaciones Exteriores mexicana el día 6 de noviembre del año en curso.

El asunto más caliente política, administrativa y estratégicamente hablando es el caso judicial del general Salvador Cienfuegos. Alejandro Gertz Manero lo tiene en sus manos. En sus manos tiene el asunto que mantiene en vilo la viabilidad de la Cuarta Transformación, aparentemente.

Gertz Manero trabajó de 1998 al 2000 en la Secretaría de Seguridad Pública del otrora DF en las administraciones de Cuauhtémoc Cárdenas y Rosario Robles, entonces, realizó un trabajo excelente. Sus excelentes resultados lo pusieron, inmediatamente, en la mira de Vicente Fox quien lo nombró   secretario de Seguridad Pública Federal (2000-2004). En el primer encargo público su gestión fue todo éxito y en la segunda un rotundo fracaso. La historia puso a cada quien en su lugar. Gertz Manero fue éxito con Cárdenas porque éste tenía voluntad política para mejorar las cosas; sin embargo, Fox nunca apoyó a Gertz Manero y éste fracaso. Los burócratas triunfadores fueron García Luna, Cárdenas Palomino y Tomás Zerón de Lucio, hoy, el primero encarcelado y los otros perseguidos por la justicia.

La Iglesia Católica, que es hegemónica en la sociedad mexicana, está atravesada por la lucha de clases. Hay curas ricos y curas pobres. Existe el alto clero y el clero cercano a los pobres. Existen los Legionarios de Cristo y también existe la Teología de la Liberación.

Lo mismo ocurre con el Ejército, existen militares de abolengo y militares producto de la cultura del esfuerzo. Existen oficiales y existe la tropa por su estructura piramidal y vertical. Y habrá militares honestos y éticos y otros cercanos a la delincuencia.

No tengo la menor duda que entre el Ejercito también existe una lucha intensa entre militares corruptos y militares honrados e intachables.

En síntesis, toda institución refleja en su interior la forma en que está organizada la sociedad mexicana, no podría ser de otra manera. Iglesia y Ejército, por mencionar dos instituciones muy fuertes y herméticas están atravesadas por la lucha de clases.

Los defensores de la corrupción sostienen  que una fraternidad de facto dentro del Ejército, autodenominada el Sindicato, fue quien presionó al presidente para que Salvador Cienfuegos fuera devuelto al país so pena de un golpe de Estado contra el gobierno de Amlo. Y se alegran que esto sea así y celebran que dentro de su imaginario el presidente este siendo doblado por los poderes fácticos y mafiosos dentro del Ejército porque, luego entonces, se le estaría poniendo un alto al proyecto transformador de Andrés Manuel López Obrador. Lo ven como un respiro y la esperanza de que la corrupción sea reinstalada en la sociedad.

El Gobierno de México se ha centrado en un discurso sencillo: se trata de un asunto de soberanía que estamos defendiendo y con base en ello de juzgar con nuestras propias leyes e instituciones. Cienfuegos regresa a México, sí, en calidad de hombre libre pero sujeto a proceso.

Yo deduzco lo siguiente: que el Gobierno de México hizo una excelente negociación al traerse a Cienfuegos a México para ser procesado aquí, para darles un lugar digno y decoroso a una institución que lo merece, pero también que ejercerá la acción penal contra este alto mando. No hacerlo sería mandar el peligroso mensaje que las fuerzas armadas son intocables y, por lo tanto, gozarían de impunidad y las ubicaría por encima de toda la sociedad como una casta privilegiada.

No va a ocurrir así.

La sociedad mexicana está en una condición de ánimo, conciencia y movilización que, no lo va a permitir,  porque existe un gobierno que tiene la voluntad política para hacerlo.

Cienfuegos va a ser juzgado porque de lo contrario estaríamos ante una institución de mafiosos gobernada por una fraternidad denominada el Sindicato y estaríamos negando, a los militares honrados y a la mayoría de la tropa que, no tiene nada que ver con estos actos deleznables de Cienfuegos y sus cómplices al interior de la institución, su derecho de reivindicarse como institución decorosa y digna.

Otra cosa, también es clara, que el Gobierno de México no va a fabricar chivos expiatorios como lo hizo Calderón al acusar falsamente al general Tomás Ángeles Dauahare. Pero tampoco se va a dejar impune a Salvador Cienfuegos.

Gerzt Manero tiene en sus manos el asunto judicial que trasciende hasta lo político y su historial lo avala como un hombre íntegro que puede con el paquete. Todos sabemos que heredó una institución llena de corruptos y cómplices de los anteriores jefes de la antes PGR hoy Fiscalía General de la República. Pero su deber es tomarle el pulso al país y actuar en consecuencia y su actuar debe ser rápido y eficiente, tardarse sería muy costoso, y letal, para el proceso de transformación que vive México.

“El camino que se recorre en la carrera militar es recto y no admite desviaciones de ningún tipo. Cada uno con su correcto actuar se va formando su propio destino” dijo el general Luis Cresencio Sandoval secretario de la Defensa Nacional en el discurso oficial de la conmemoración del aniversario 110 de la Revolución Mexicana. En otros sexenios el discurso hubiera sido mera retórica, en estos tiempos, es un posicionamiento de los militares frente al caso Cienfuegos.

La Cuarta Transformación no tiene vocación suicida, todo lo contrario, busca larga vida para el pueblo de México. El deslinde del secretario de la Defensa es un mensaje para los corruptos del Ejército que colaboraron con García Luna y Calderón en su alianza con el narcotráfico. No podía ser de otra manera. El Ejercito debe buscar limpiar su nombre, y su institución, que muchos muertos a puesto en esta lucha estúpida que pactó Calderón con el narcotráfico y su asociación con el asesino de Barack Obama que permitió a la industria de la guerra introducir a México, en la última década, 2.5 millones de armas a nuestro país gracias al proyecto “Rápido y furioso”.

La sociedad mexicana no va a permitir que un Cienfuegos o cualquier militar, trátese de quien se trate frenen a un país que está harto de corruptos.

Gertz Manero tiene que actuar y hacerlo rápido. Fox no quiso purificar a la sociedad como se lo mandató el pueblo en los comicios del 2000 y la gente lo apodó el mesero (por aquello de hacerse pendejo con el cambio). El muy insensato que se negó a realizar el cambio y todavía tuvo el descaro de echarle la culpa a los ciudadanos de ser los responsables de su cobardía para operar los cambios y en la consigna de los comicios intermedios decía “Quítale el freno al cambio” insinuando que los ciudadanos no hacíamos lo suficiente para apoyarlo, nada más alejado de la realidad. El cambio en la década de los 2000 no fue posible por su cobardía y su alianza con el PRI.

La sociedad no permitirá que se repita la historia. El Ejército debe estar a la altura de las circunstancias y vamos para adelante. Salvador Cienfuegos debe ser enjuiciado y refundido en la cárcel porque coparticipó en un narcogobierno.

En este país no estamos para sencillamente poner una denuncia y que la fiscalía y los jueces actúen. Debemos romper esta  impunidad apoyando al fiscal Alejandro Gertz Manero y presionado al Poder Judicial para que actúen y romper con este tráfico de influencias que nos tiene metidos en un mar de impunidad que nos ahoga. No les vamos a permitir que lo dejen en libertad por algún tecnicismo. Lo que significaría aceptar su culpabilidad pero que los corruptos jueces estarían solapando a la liga de la corrupción neoliberal.

Cienfuegos debe ser metido a la cárcel porque la sociedad mexicana no acepta más las instituciones intocables. También, enjuiciando a Salvador Cienfuegos, estaremos esclareciendo los casos de Ayotzinapa y Tlatlaya: serias ofensas a la sociedad mexicana y a la humanidad.

El Ejército no debe ser intocable porque se estaría negando, a sí mismo, la posibilidad de demostrar su nivel de probidad.

Cienfuegos debe ser encarcelado por el bien del pueblo de México. No hacerlo sería un suicidio.

 

 

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