Opinión

Escribanías-Sinapsis nueva para la vida pública

Rubén Carrillo Ruiz

Un conocimiento sistemático y profundo del funcionamiento cerebral es definitivo para la ejecución diferente de políticas públicas aplicadas a lo educativo, administrativo, periodístico, innovación y cultural. Sin embargo, carecemos de datos e información fidedignos que fortalezcan acciones consistentes. Según especialistas argentinos en la materia, como Estanislao Bachrach y Facundo Manes, sabemos más de las operaciones sinápticas durante la última década que en el siglo precedente.

Y este órgano cumple una tarea sencilla: conservar la energía suficiente para las actividades biológicas del ser humano. Es decir, el principal enemigo del cambio porque tiene como vocación su ahorro sistemático. Los neurofisiólogos citados también afirman que el cerebro es el mismo básicamente desde hace cien mil años, pero ese tiempo modificó de raíz las circunstancias y comportamiento de las personas. Antaño, si el neandertal se descuidaba era comido por un tigre. Hogaño, el homo sapiens vive en la comodidad que le dispensa la globalidad fingida y, en ocasiones, lo sedente lo convierte en individuo sin ganas de modificar su estancia mullida en la zona de confort.

Perdió quizá el ingrediente núcleo para evolucionar en la fijeza de puntos de vista: la curiosidad. La tolvanera pública que levantó un año completo electoral en la vida diaria de colimenses quedará nuevamente en la costumbre, inercia y comportamientos tradicionales si la conducta de quienes toman decisiones legislativas, jurídicas y ejecutivas permanece en tales ámbitos, casi retráctiles a la evolución necesaria para que el ciudadano perciba y coexista con lo nuevo, lo posible, lo exigible a una democracia imperfecta, pero es la única que tenemos.

Hay huecos enormes y positivos para la experimentación y búsqueda de otros perfiles políticos, partidistas e ideológicos. La educación y contenidos de la prensa, radio, televisión e internet deben estar a tono con la emergencia tecnológica, que ya decapitó al género periodístico más emblemático, el boletín, cuyo andar es de un zombi. La pedagogía y la didáctica, por su parte, están en la obligación de revisar formas caducas de enseñar, decimonónicas en el tercer milenio. La conclusión más franca: abandonemos el gatopardismo, ejemplificado en el aforismo inolvidable de Karl Kraus, quien consignó que aparentar tiene más letras que ser.

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