Crónica Urbana

Viernes de Cuento: En la Oscuridad

Por Osvaldo Mendoza

“Cruel es la desaparición, que no mata ni deja vivir.”
-Elena Poniatowska

Mi niña, ahorita a tu papá le están pasando por la mente los recuerdos de cuando te cargó en sus brazos, cuando te enseñó a lavarte los dientes y te peinaba cada mañana antes de ir a la escuela. Ahorita por la oscuridad van caminando tus jefitos tristes rumbo a la fiscalía, mi niña. Ahorita van juntos, desposeídos de su tranquilidad, con los recuerdos entrelazados, ahorita van con la pelota en la mente, con la sonrisa de tus muñecas, tus juguetes y las idas al parque. Ahorita les va a doler el alma verte sobre la plancha y reconocer formalmente antes las miradas pálidas y frívolas de los forenses.

Deberíamos de encender una veladora por el grito de dolor que soltó tu papá cuando te encontró. Ahorita a tus papás les abrieron el pecho y les sacaron el sustento de la vida, mi niña. Ahorita andan preparando los martillos, las hachas y los aerosoles todos los grupos feministas que esperan el resultado de la investigación, imaginándose lo peor, para en caso de ser un feminicidio más, salir a destruir la poca moral que le queda a todas las ciudades, pueblos y comunidades de México, con justa razón lo hacen, mi niña. Con la justa razón de tus ojos cerrados, con la justa razón de tu mirada ya sin vida. Y por los gritos de esas mujeres, tu caso no quedó en el olvido, mi niña.

Ahorita tu mamá y papá te deben estar abrazando, besando tu frente y tus restos en la mesa fría y metálica de la morgue, como si fuera la cuna donde te mecían y les alegraste la vida con tu existir. Ahorita las “amigas” que te abandonaron, les están poniendo en la espalda y el cuello ese peso horrible e inmenso que cargarán por el resto de sus vidas. Ellas desde hoy están pagando caro.

Descansa en paz, niña Debanhi. Aunque al parecer tu deceso fue incidental, no perdemos la fe que un día la estadística nacional mencione que mueren cada hora decenas de acosadores, violadores, secuestradores y malditos asesinos, que los tuvimos en la mente cuando desapareciste. Ojalá la gente rastrera deje de adular y admirar a delincuentes y comiencen a mirarlos como lo que son. Por los últimos minutos de tu amarga muerte, le deseo a la sociedad mexicana un toque de fondo. Esta sociedad que se pudre y se revuelve en su propia pus y encarna con gasas mugrosas un horrido remolino de sangre y deshumanización.

En la memoria de tu sepulcro, te dejo estas palabras para ti, mi niña Debanhi. Que tu alma no ande más en la oscuridad y brille para ti la eterna luz.

Con mucho respeto y duelo, Osvaldo Mendoza ✍🌹

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