Opinión

Carlos Vázquez O.: ¿Gobernar, para servir o para servirse?

Por Federico López Ramírez

Ni los maximatos ni las segundas ni terceras veces resultan exitosos. La primera vez lo hacen muy bien, peros las segundas y terceras veces, siempre e invariablemente, la experiencia nos dice que, resultan un rotundo fracaso. Son excepcionales los casos donde los segundos y terceros mandatos resultan exitosos.
Carlos Vázquez Oldenbourg, sorpresivamente, y digo sorpresivamente porque este hombre estuvo ausente de la vida pública desde hace aproximadamente nueve años.

Tengo el recuerdo del ingeniero como un hombre honrado, con gran capacidad política, para a través del convencimiento, llegar a acuerdos político. Tiene mucha mano izquierda. Y mucha capacidad de gestión. De hecho él fue capaz de instrumentar, desde el ayuntamiento capitalino, una política social de gran impacto en el municipio de Colima: rehabilitó y remodeló las vecindades; construyó vivienda pública popular; organizó a los ciudadanos dándoles voz y participación por medio de los Comités de Barrio; dotó de uniformes y útiles escolares gratuitos a los muchachos de secundaria y todo lo hizo con gran transparencia.

Después de Vázquez Oldenbourg vino la mediocridad: Mario Anguiano, Federico Rangel, Enrique Michel, Ignacio Peralta Sánchez, Héctor Insúa, José Ignacio Peralta Sánchez, entre otros, presidentes municipales mediocres, sus gestiones fueron simples administradores de la inercia y, en la mayoría de los casos, pésimos administradores. Quizá solo se salva el primer periodo de Locho Morán porque el segundo periodo debe inscribirse en las crónicas de la mediocridad.

Lore Chávez en su feis publicó una foto de Carlos Vázquez donde a manera de título le pone: “Ya estuvo bueno, no?”, en forma inmediata vienen los siguientes comentarios: “Dinosaurio del PRI; Que se vaya a disfrutar a los bisnieto; Poca pena de verdad no se llenan; los mismo de siempre ja; Nos vieron lo pendejo ahora compran la marca los rateros de siempre, ahora en morena pero que sepan que no somos pendejos ahora vamos por el mono” (respeté la ortografía original). Yo les contesté lo siguiente: “Fue un excelente presidente municipal, además honrado. Si no lo conocen no hablen.” Lore Chávez me contestó: “es verdad fue de los mejores, pero por qué por Morena?” A lo que yo contesté: “Tienes razón. Debe ir por otro partido. Y a la gubernatura.”

La verdad es que Lore Chávez tiene mucha más profundidad y fuerza en su frase “Ya estuvo bueno, no?”, porque en la frase expresa lo que está sucediendo en la realidad. El hartazgo de la gente por los mismos personajes de siempre.

Vázquez Oldenbourg está compitiendo, en modo de comparsa, para apoyar con su capital político a una candidata a la gubernatura de Morena que carece de la más mínima autoridad ética y moral. Está presagiando una campaña de Morena que dedicará un 90 por ciento en defender a su candidata de los señalamientos de corrupción que cada día serán más. El asunto de los medicamentos donados al IMSS, por ejemplo, abrirá la puerta para la discusión de los actos anticipados de campaña y la sospecha de traficar con medicamentos del sector público cuya venta está estrictamente prohibida. Y el proyecto político y programa estarán en los archivos, no habrá debate en ese sentido.

Si realmente Vázquez Oldenbourg desea competir debería hacerlo en un espacio donde aportara más a los colimenses, es decir, a la gubernatura –por decir algo- porque sería allí donde aportaría su experiencia e impondría su autoridad moral para sanear la corrupción de todos los políticos que hoy están en poder y de los que están en las candidaturas listos para relevarlos.

Vázquez Oldenbourg tiene una única misión: lavarle la cara a la candidata de Morena que está bañada de lodo.
La decisión de don Carlos me recodó el caso del senador Ignacio Castillo Mena que se salió del PRI con Cuauhtémoc Cárdenas en la Corriente Democrática en la década de los ochenta.

En 1988 Cárdenas para regresarle a Castillo Mena los favores políticos recibidos de éste, cuando era senador del PRI, lo nombró coordinador de la fracción parlamentaria del PRD; sin embargo, Carlos Salinas lo cooptó al nombrarlo embajador de México en Ecuador. El argumento de Castillo Mena fue que tenía enferma a una hija y necesitaba del puesto para enfrentar los gastos que el asunto familiar –como él lo describió– le demandaba. Las necesidades de Castillo Mena lo llevaron a traicionar. Ese era su precio. Nadie le reclamó entonces.

¿Por qué don Carlos va a la presidencia municipal y no a la gubernatura? Sería en esta segunda posición donde aportaría más a Colima, sin embargo, se lanza para presidente municipal que, lo convierte de inmediato, en una candidatura de comparsa. Una candidatura de matraquero.

Todo parece indicar que lo hace por una fuerte necesidad que lo rebasa. Mis fuentes me dicen que está quebrado financieramente y la alcaldía sería su tabla de salvación a su situación personal. A eso regresa a la política. Pone su capital político para lograr una posición secundaria pero segura. Si gana, será presidente municipal; si pierde, será regidor; no tiene pierde en la jugada. Lástima, al parecer, en Colima estamos fritos.

Todos quieren servirse del gobierno. Y Loren Chávez y quienes anotaron sus comentarios, desgraciadamente, tienen razón. La gente cambia, eso es malo, y si tiene necesidades familiares, eso es peor. Lástima colimenses.
Don Carlos se está alquilando como jabón para lavar las manchas de otros. La verdad es que la experiencia dice que quienes quieren limpiar a otros salen tiznados.

Yo me quedo con la imagen del tipo honrado, de buen trato, de temple sereno. Todo un caballero. Pero las necesidades a veces nos derrotan. A él parece que lo derrotó su difícil situación financiera.

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