Opinión

Cadena de amarguras

Por Federico López Ramírez

El límite es la violencia. México está entre la paz y la violencia como métodos para proseguir su camino hacia la culminación de este inacabable periodo de transición hacia la democracia.
Después de los uno de julio de 2018 los partidos derrotados PRI, PAN, PRD y Movimiento Ciudadano entraron en estado de shock que no pudieron operar políticamente, ni en forma contestataria, frente al cambio de régimen que está experimentando el país.

Era tal su inamovilidad que tuvieron que entrar en su auxilio los comentócratas. Los escribientes en los diversos medios de comunicación asumieron el papel de interlocutores del presidente en sustitución de los partidos políticos.

Los comentócratas naufragaron e inventaron un grupo político institucional que con autoridad emanada de la legitimidad del ser gobierno crearon el autodenominado grupo de gobernadores Federalistas que, sin agenda y sin programa mínimo, pretendieron crear contrapesos con el Gobierno de México. En un primer momento, trataron de asumir el liderazgo de la Conferencia Nacional de Gobernadores (Conago) que, no lograron, pues no procesaron los consensos entre los gobernadores, aun siendo la mayoría de oposición no alcanzaron articular; luego, se montaron en la crítica de la pandemia y su propia mediocridad los exhibió como ambiciosos, vulgares buscadores de dinero y poder.

Los Federalistas fracasaron contundentemente pues fueron diezmados por las acusaciones que pesan sobre algunos de ellos como el de Querétaro Pancho Domínguez y el juicio de procedencia que se le sigue a Francisco Javier Cabeza de Vaca por narcotráfico y enriquecimiento ilícito. Los gobernadores Federalista quedaron sepultados bajo los escombros de su mediocridad, ambición, impertinencia y nula capacidad política para plantear un programa coherente. Pero sobre todo por el desprecio de la sociedad mexicana cansada de tanto agravio del poder estólido y corrupto.

Ante los esfuerzos vanos de los partidos y los comentócratas entraron en acción los medios escritos, los portales digitales, la radio y las televisoras. Estos no contaban con que si bien son medios que llegan masivamente a los ciudadanos también es cierto que cuentan con un descredito mayúsculo. Su credibilidad es cero. Solo son escuchados por su propios partidarios que creen lo que quieren creer y difunden las mediocres “noticias” que el chisme de lavadero es mucho más creativo e ingenioso, y por ende, entretenido que su discurso mendaz, grosero y decadente.

Resultaron tan ineficientes los otrora miembros círculo rojo y creadores de la narrativa de los consensos políticos que tuvieron que entrar en su auxilio los intelectuales orgánicos que con base en desplegados pretendieron erigirse en el contrapeso de la presidencia. Los abajofirmantes, como los bautizo en sus tiempos Carlos Monsiváis, quedaron en ridículo y lo único que demostraron es que no son tan intelectuales como se decían ser.

La materia gris que presumen como base primera de su esencia resultó que careen de ella. Lo único que demostraron es que son un fraude; que cobraban mucho en las nóminas por inventar mentiras; que su verdadero trabajo era repetir una discurso orquestado y estridente; que sus elucubraciones mentales y trabajos académicos resultaron costándole muchos miles de millones de pesos que se concretizan en la enorme deuda pública y en el enriquecimiento personal de los políticos sujetos de sus pensamientos sofisticados.

Los partidos fueron la primera línea derrotada. La segunda línea fueron los opinadores o comentócratas. La tercera línea fueron los goberladrones Federalistas que cayeron por su propio peso corrupto e inepto. La cuarta línea en caer fue la de los medios masivos como radio, televisión, periódicos y portales digitales. La quinta línea derrotada fueron los intelectuales orgánicos que demostraron ser todo menos sujetos pensantes. La sexta línea al parecer será el INE que ya no quiso ser arbitro y optó por ser un competidor más.

Actualmente el Gobierno de México enfrenta la sexta línea de embestida conservadora que la representa el Instituto Nacional Electoral que dejó su investidura de árbitro y se metió a la cancha para enfrentar directamente al presidente y a su partido, Morena.

El INE se cosificó en partido y hoy lo podemos llamar Partido del Instituto Nacional Electoral que se asume como un competidor más en la elección y como medida inicial ha optado por eliminar jugadores del equipo Morena pues dictó, contraviniendo la Constitución mexicana, el cambio de las reglas del juego con el partido ya en marcha; además, pretende negarles el derecho constitucional a dos candidatos importantes Raúl Morón y Félix Salgado Macedonio, en Michoacán y Guerrero respectivamente.

El INE se ha metido de lleno al juego actuando como órgano militante de la oposición conservadora. Su actitud política actual no hace sino evidenciar su parcialidad y su descarada militancia política a favor de la corrupción. El Pemex gate, el Monex gate y los Amigos de Fox gate, grandes escándalos millonarios de corrupción, ahora uno entiende que no solo no fueron visto por este arbitro sino que fueron promovidos y operados con el consentimiento de los consejeros del INE que se presentan como una parte más de la corrupción que nos asfixia.
Después del INE le sigue el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación ¿Será este organismo, TEPJF, el que sigue en el orden de prelación como el siguiente contrapeso del Gobierno de México?

Estos tiempos de apertura democrática han puesto en evidencia que las instituciones están al servicio del poder conservador y hoy lo hacen en forma abierta, militante y descarada.

La realidad es contundente la sociedad está mandando al diablo estás instituciones simuladoras y militantes de derecha que tiene a este país sumido en la inoperancia y la corrupción.

La sociedad altamente politizada está, hoy por hoy, muy por encima de estas mediocres instituciones facciosas y corrompidas.

Partidos de oposición, comentócratas, medios de comunicación masivos, goberladrones Federalistas, intelectuales orgánicos y el INE han optado por ser militantes activos del conservadurismo y éste último demuestra que las instituciones están permeadas por la corrupción hasta el tuétano.
Su lucha contra el Gobierno de México es una cadena de amarguras que busca conservar privilegios y que la corrupción perviva.

Esta cadena de amarguras debe acabar porque lo que sigue es inexorablemente la violencia. Y eso no debe ser una opción para la sociedad mexicana.

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