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«Bajar la autonomía hasta las escuelas», cuando Humberto Silva propuso reformar la Ley Orgánica de la UdeC

De acuerdo a una columna publicada en el portal web Carvajal Berber, durante el período del rector Carlos Salazar Silva -del a – existió la inquietud por modificar la Ley Orgánica de la Universidad de Colima.

Bajo la autoría de Humberto Silva Torres, la columna «Sano equilibrio», relata cómo su padre, Jorge Humberto Silva Ochoa,  tuvo la inquietud de que la UdeC tuviera una reforma en su Ley Orgánica; razón por la cuál, acompañado de la Asociación de Ex presidentes de la FEC, se reunieran hace aproximadamente 20 años con el entonces rector Carlos Salazar Silva.

Cabe recordar que Jorge Humberto Silva Ochoa fue uno de los principales promotores de la autonomía universitaria lograda en1962, mientras fungía como Presidente de la Federación de Estudiantes Colimenses (quién además fue fundador de este movimiento).

Sin embargo, como lo expone la columna de opinión, Silva Ochoa abogaba por un cambio en la reglamentación de la institución educativa, que en ese momento tenía 20 años «y en veinte años el mundo ha cambiado […] la gente tiene ganas de ascender, de un día ocupar un cargo de responsabilidad», dice el texto.

El rectorado de Carlos Salazar Silva se dio durante 1997-2005, es decir, período en que se dió la alternancia en el Gobierno Federal, con el ex presidente panista, Vicente Fox Quesada.

En este sentido, uno de los argumentos que -según Silva Torres- , motivaban la propuesta de de hacer un cambio al reglamento de la máxima Casa de Estudios colimense, fue tener una pluralidad de ideologías dentro de la UdeC, esto dadas la circunstancias de que un nuevo partido político ya ocupaba el estrato más importante, como lo es el Poder Ejecutivo del país.

«(…)El licenciado Humberto, entendía como pocos la importancia de anticiparse a los momentos políticos y para esas fechas el descontento social avistaba el colapso del partido hegemónico», refiere la columna.

Asimismo, habla de que una nueva Ley Orgánica comulgaría con principios democráticos dónde los docentes se pueden involucrar en la elección de los directivos, sin la injerencia del rector.

«Esto significaba facultar a los maestros para la elección de sus directores en el entendido de que, al no estar sujetos a las presiones del rector en turno, actuarían con mayor sentido de responsabilidad.»

Continúa exponiendo que el también ex rector de la UdeC, destaca la importancia de que los rectores no tomaran decisiones a diestra y siniestra, «los rectores tendrán que buscar los consensos en lugar de imponer», reza una línea que cita el autor de la columna «Sano equilibrio».

Identificando a la FEC como una «estructura corporativista», Silva Ochoa opinaba que era necesario incluir distintas formas de pensamiento en la toma de decisiones,  «Si quieren que sea auténtica tiene que haber representantes de todas las corrientes que existen al interior de la Universidad; que los panistas, perredistas y priistas den la cara y se integren a la Federación y al sindicato de trabajadores», retoma Humberto Silva Torres.

Finalmente, Silva Torres destaca la importancia de analizar a profundidad, la iniciativa propuesta actualmente para reformar la Ley Orgánica de la UdeC, -ahora con más de 40 años- por el Grupo Parlamentario de Morena en noviembre del 2019; al tiempo que añadió que las diferencias entre las dos posturas es lo menos relevante del tema.

«Sólo a través del pensamiento se pueden obtener las mejores conclusiones y desterrar a un fantasma que  ha acompañado a la institución por décadas(…)» refiere la opinión de Silva Torres para el portal carvajalberber.com

Está es la columna completa:

Sano Equilibrio- Humberto Silva Torres

Hace poco más de 20 años la Asociación de Exdirigentes de la FEC, se entrevistó con el entonces rector Carlos Salazar Silva para transmitir una serie de preocupaciones sobre lo que, desde su perspectiva, ocurría por aquellos días en nuestra alma máter. Entre las reflexiones que precedieron encuentro resonó una en particular: la pertinencia de someter a revisión no sólo el documento de Ley Orgánica sino que la propia Universidad se autorreformara. Si no lo hacía – advirtieron- lo hará «la oposición cuando llegue al poder» .

El principal expositor fue el licenciado Jorge Humberto Silva Ochoa, autor de la ley vigente hasta nuestros días pero quien, ya desde esas fechas, hablaba de adaptar la institución a los nuevos conceptos de la democracia: La ley – dijo- «tiene veinte años aproximadamente, y en veinte años el mundo ha cambiado […] la gente tiene ganas de ascender, de un día ocupar un cargo de responsabilidad» .

El planteamiento de «bajar» la autonomía «hasta las escuelas» como lo expresó Silva Ochoa en el desarrollo de un amplio debate social, buscaba  una representación más auténtica en el Concejo universitario. Esto significaba facultar a los maestros para la elección de sus directores en el entendido de que, al no estar sujetos a las presiones del rector en turno, actuarían con mayor sentido de responsabilidad.

Fue el «sano equilibrio» la síntesis del proyecto que sugería tomar en cuenta a las minorías en las decisiones de gobierno al ser la democracia un proceso incluyente. Por añadidura, la puesta en práctica de este principio constituía «la mejor defensa por la Universidad» según las palabras de quien es calificado por la propia institución como su refundador. «El poder es equilibrio, acentuó JHSO para después comprimir en una frase los nuevos desafíos que implicaba el cambio: «los rectores tendrán que buscar los consensos en lugar de imponer».

Identificado siempre con el pensamiento liberal, el licenciado Humberto entendía como pocos la importancia de anticiparse a los momentos políticos y para esas fechas el descontento social avistaba el colapso del partido hegemónico. Desde esa óptica, resultaba esencial que la casa de estudios sacudiera los vicios heredados por el régimen y actualizara su cosmovisión para enfrentar los retos venideros.

Era inminente entonces, replantear la postura institucional ante la nueva correlación de fuerzas como lo advirtió quien fuera guía y referente intelectual en el desaparecido Grupo Universidad: «Cuando conseguimos la autonomía no teníamos la madurez y la visión que tenemos ahora; somos producto de una época del corporativismo. La propia Federación de Estudiantes tiene una estructura corporativista y dejará de serlo cuando el comité recoja las expresiones de todas las corrientes que existen en la Universidad. Si quieren que sea auténtica tiene que haber representantes de todas las corrientes que existen al interior de la Universidad; que los panistas, perredistas y priistas den la cara y se integren a la Federación y al sindicato de trabajadores».

El propósito nunca fue alentar un mosaico de intereses partidistas alrededor de la disputa rectoral, sino consagrar el derecho a la libertad ideológica al interior de la institución para que la preferencia política de las y los universitarios no resultara una condicionante de ascenso o de permanencia.

Justo a dos décadas del claridoso planteamiento resurge la pretensión de reformar la Ley Orgánica aunque con diferentes matices. Y no obstante que el trasfondo político es notorio, lo cierto es que un tema de este calado requiere analizarse más allá de lo que nos ha ofrecido la injuria partidista. El vaivén de declaraciones entre personajes aparentemente opuestos no representa sino la versión más trivial de un asunto que merece amplificar su consulta. Esto significa escuchar a expertos, maestros, investigadores, abogados constitucionalistas y desde luego pulsar la opinión de ciudadanos con preocupaciones legítimas sobre la vida interna una institución que es (hay que subrayarlo) PÚBLICA.

La coyuntura invita a un gran ejercicio de reflexión, no basta con estrangular los movimientos sin atender sus verdaderos orígenes; sólo a través del pensamiento se pueden obtener las mejores conclusiones y desterrar a un fantasma que  ha acompañado a la institución por décadas. Si a cambio de eso la Universidad renuncia como espacio para la confrontación de ideas, las problemáticas continuarán su evolución y las expresiones de inconformidad crecerán de forma paralela.

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