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Duro golpe a la credibilidad: Ejército y gobierno en vilo

Por Federico López Ramírez

Los extensos años de los gobiernos del PRI  y los 12 años del PAN  no han enseñado que no debemos creer ni en las procuradurías ni en las fiscalías ni en todo el sistema judicial.

¿Por qué no creemos en ellos? Porque siempre han sido manejadas políticamente, por tanto, han sido incapaces de desarrollar una tradición de investigación científica y forense ni su estructura administrativa para hacerlo posible; por lo tanto, se han dedicado a fabricar culpables a la carta. Lo que los políticos del momento ordenen.

La opacidad es, y ha sido, lo que define, a la antes Procuraduría, hoy Fiscalía General de la República (hago notar que el expediente lo abrió el presidente a través de la Secretaría de Relaciones Exteriores).

La opacidad ha sido también una característica del Ejército mexicano.

En el año dos mil tuvimos, con el primer gobierno de alternancia, la oportunidad de oro de revisar el pasado y no lo hicimos. Ahí están esperando los hechos del 2 de Octubre de 1968 y la llamada Guerra Sucia de los años setentas. Más recientemente tenemos los casos de Ayotzinapan y Tlatlaya que esperan ser esclarecidos y se haga justicia. También el Ejército espera que se limpie su historial.

El caso de Salvador Cienfuegos Zepeda es ya el hito que definirá el destino del actual gobierno, en particular, y del país, en general.

La credibilidad del actual gobierno estará indexada a la forma en que se resuelva el diferendo con los EE. UU. de lo que se denominará la Investigación Cienfuegos.

Los papeles enviados a México son 718 fotocopias que registran las comunicaciones interceptadas a grupos de narcotraficantes de México -que según la Drug Enforcement Administration (DEA) fueron hechas en territorio norteamericano- y no se trata de una investigación donde el objetivo fuera el secretario de la Defensa sino que éste resultó involucrado según la intercepción de las comunicaciones y algunos testigos con los que cuenta la DEA.

Según mi apreciación los norteamericanos construyeron un caso con estas comunicaciones y lo fortalecieron con testigos protegidos.

Hoy la discusión será política como política fue la entrega del reo a las autoridades mexicanas. No olvidemos que el procurador americano William Barret lo entregó por motivos políticos –así lo consignaron en el documento que le remitieron a la jueza que llevaba el caso-.

La coyuntura en los Estados Unidos es delicada pues el conflicto transicional entre demócratas y republicanos es de difícil pronóstico y México está jugando en el filo de dicha disputa.

La apuesta es alta por parte del gobierno mexicano. Su apuesta es exhibir la fragilidad  y poco profesionalismo de la DEA y su funcionamiento político, esto último, adquiere mayor relevancia pues el gobierno mexicano, el caso, lo explica en función de las disputas coyunturales entre demócratas y republicanos –de difícil pronóstico su desenlance inmediato-, sin olvidar que Cienfuegos Zepeda también tiene causas pendientes más allá de su relación con los narcotraficantes.

El gobierno mexicano pretende demostrar que la DEA  es un mito como agencia profesional y eficiente en su lucha contra el narcotráfico y que su operación tiene que ver más con la política que como agencia investigadora y perseguidora de narcotraficantes. La DEA es un instrumento político de los gringos: esa es la tesis del gobierno mexicano. Y su eficiencia e incorruptibilidad es un mito. La DEA es beneficiaria del proceso del narcotráfico.

El problema es que el gobierno mexicano también pone en juego su credibilidad como gobierno que lucha contra la corrupción. Enjuiciar a Cienfuegos, para los mexicanos, es un asunto de credibilidad y de  emblemática lucha contra la corrupción y la impunidad. Si no se toca al Ejército se estaría precisando cuales son los grupos y castas intocables en México. Una muy mala señal política en estos momentos.

Ayotzinapan y Tlatlaya deben ser esclarecidos y el Ejército investigado, particularmente Cienfuegos, si no ocurre así el gobierno de México recibirá un duro golpe a su credibilidad.

La investigación  Cienfuegos será de aquí para adelante un asunto que irá moviendo la balanza de la credibilidad.

Lo único cierto es que ésta será la forma en México se relacione con el futuro gobierno de Joe Biden. Donde percibo que México pretende sacar ventaja y tener un rol más soberano y protagónico en América Latina.

El capital financiero volvió a la Casa Blanca y lo hizo al modo “Haiga sido como haiga sido”, esa es la debilidad que México pretende aprovechar.

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